Había una vez, en un reino muy lejano, una princesa llamada Margarita. Margarita no era una princesa común; era valiente, curiosa y tenía un corazón enorme. Pero su reino estaba pasando por un momento muy triste: todos los colores se habían desvanecido, dejando todo en tonos grises y apagados.
Margarita se despertaba cada mañana mirando por la ventana, soñando con ver su jardín lleno de flores de mil colores. Pero solo veía grises. Un día, decidió que ella sería quien devolvería los colores a su reino. Se puso su capa, su sombrero de aventuras y se despidió de sus padres, el rey y la reina, prometiéndoles que encontraría la manera de traer de vuelta los colores.
Su primera parada fue en el Bosque Susurrante, donde vivía el sabio Búho Orestes. «Orestes, ¿cómo puedo devolver los colores a nuestro reino?» Preguntó Margarita. El búho, con sus ojos sabios y profundos, le explicó: «La magia de los colores se ha perdido porque la gente dejó de creer en la alegría y la esperanza. Debes encontrar el Arcoíris Perdido y convencerlo de regresar. Solo él puede restaurar los colores.»
Margarita continuó su viaje hasta llegar a la Montaña Murmurante. Allí, se encontró con un dragón llamado Fígaro. Aunque al principio Margarita tuvo un poco de miedo, pronto se dio cuenta de que Fígaro era amable y solitario. «Fígaro, ¿sabes dónde puedo encontrar el Arcoíris Perdido?» Preguntó. Fígaro, con su voz ronca, le dijo: «El Arcoíris vive más allá de las Nubes Cantarinas. Pero no le gusta ser encontrado. Debes ser astuta y sincera.»
Después de agradecer a Fígaro, Margarita se dirigió hacia las Nubes Cantarinas. Al llegar, las nubes empezaron a cantar una melodía dulce y armoniosa. «Nubes, por favor, necesito encontrar al Arcoíris Perdido,» pidió Margarita. Las nubes, moviéndose suavemente, crearon un camino para ella.
Margarita caminó por el camino de nubes hasta llegar a un claro donde finalmente encontró al Arcoíris Perdido. El Arcoíris estaba triste y apagado. «¿Por qué te has ido, Arcoíris?» preguntó Margarita con gentileza. El Arcoíris respondió: «La gente dejó de apreciar mi belleza. Dejaron de sonreír, de soñar y de esperar. Sin sus sueños y alegrías, no tengo razón para brillar.»
Margarita, con una sonrisa, le dijo: «Pero yo creo en ti. Y estoy aquí para pedirte que vuelvas. La gente de mi reino está triste, pero sé que con tu ayuda podrán volver a sonreír y a soñar.» El Arcoíris, conmovido por las palabras de Margarita, decidió darle una oportunidad al reino y a su gente.
Juntos, Margarita y el Arcoíris regresaron al reino. Al llegar, el Arcoíris comenzó a brillar con fuerza, bañando todo con sus hermosos colores. Las flores en el jardín de Margarita florecieron de nuevo, el cielo se llenó de azules, rosas y dorados, y la gente comenzó a salir de sus casas, mirando maravillados el cambio.
La alegría y la esperanza regresaron al reino. Margarita había demostrado que un solo corazón lleno de fe y valentía podía cambiar el mundo. Desde ese día, se celebró una gran fiesta en honor a Margarita y el Arcoíris Perdido, recordando siempre la importancia de creer, soñar y esperar.
Y así, el reino de Margarita se convirtió en un lugar lleno de vida, colores y felicidad, donde cada día era una oportunidad para apreciar la belleza del mundo y la magia de los colores.
Después de la gran fiesta en honor a Margarita y el Arcoíris Perdido, la princesa se dio cuenta de que su aventura apenas comenzaba. Aunque los colores habían vuelto, el reino aún necesitaba recuperar su alegría y esperanza por completo.
Margarita decidió viajar por todo el reino para compartir historias y canciones, llevando consigo la magia de los colores. En cada aldea, en cada rincón del reino, ella contaba la historia de cómo había encontrado al Arcoíris Perdido y cómo, con fe y valentía, habían devuelto los colores al mundo.
En uno de sus viajes, Margarita llegó a un pequeño pueblo en el borde del reino. Allí, la gente estaba tan acostumbrada al gris que, aunque los colores habían regresado, seguían viviendo como si todo siguiera siendo gris. Margarita, con su corazón lleno de empatía, decidió quedarse en el pueblo durante unos días para ayudar a sus habitantes a redescubrir la belleza de los colores.
Organizó talleres de pintura para los niños, sesiones de tejido con las abuelas del pueblo, y por las noches, contaba cuentos coloreados bajo la luz de las estrellas. Poco a poco, la gente del pueblo empezó a ver el mundo con nuevos ojos. Los niños corrían y jugaban con risas y alegría, las flores en los jardines florecían con más fuerza, y hasta el viejo molino del pueblo parecía girar con más ganas.
Un día, mientras Margarita ayudaba a plantar un jardín comunitario, un anciano se le acercó. Era el sabio del pueblo y le contó una antigua leyenda. Según la leyenda, existía un valle mágico donde los colores nacían. Este valle estaba custodiado por las Aves del Arcoíris, seres místicos que protegían la esencia de los colores.
Margarita, impulsada por la curiosidad y el deseo de ayudar aún más a su reino, decidió buscar ese valle mágico. Se despidió de los habitantes del pueblo, quienes ahora veían la vida con alegría y color, y partió en busca del valle.
Su viaje la llevó a través de montañas altas y ríos cantarines. Después de varios días, encontró el valle, un lugar lleno de flores de todos los colores, con un arroyo cristalino que reflejaba los colores del cielo. Las Aves del Arcoíris volaban a su alrededor, creando un espectáculo de colores y luz.
Margarita se acercó a las aves y les contó sobre su reino y cómo había ayudado a traer de vuelta los colores. Las Aves del Arcoíris, impresionadas por su valentía y bondad, le otorgaron un don especial: cada vez que ella cantara o contara una historia, los colores brillarían con más fuerza, llevando alegría y esperanza a quien los viera.
Con este nuevo don, Margarita regresó a su castillo. Ahora, no solo era la princesa que había devuelto los colores, sino también la portadora de la magia de las Aves del Arcoíris. Continuó viajando por todo el reino, llevando consigo canciones y cuentos, llenando cada rincón con la magia de los colores y la alegría.
El reino de Margarita se convirtió en un lugar lleno de vida, risas y colores. La gente venía de tierras lejanas solo para ver el maravilloso reino y escuchar a la princesa contar historias y cantar, llenando sus corazones de esperanza y felicidad.
Y así, Margarita no solo fue recordada como la princesa que trajo de vuelta los colores, sino también como la protectora de la alegría y la esperanza, amada y respetada por todos en su reino y más allá.
Fin
Cuentos cortos que te pueden gustar
El nacimiento de la pequeña princesa: Una nueva esperanza en el castillo del Viso de San Juan
El Frijol Mágico de Sofía
Keren, la Princesa de Dios
Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.