Había una vez, en un pequeño pueblo lleno de color y alegría, un niño llamado Ryan. Ryan era un niño gordito, con un corazón de oro y una sonrisa que iluminaba las calles cada vez que salía a jugar. Sin embargo, no todos veían la luz que Ryan llevaba dentro. Desde muy pequeño, sufrió el acoso de algunos compañeros de clase que se burlaban de él por su peso y su apariencia. Estas burlas hacían que Ryan se sintiera solo y triste, a pesar de tener tanto amor y bondad para compartir.
Con el tiempo, Ryan creció pero los recuerdos de aquellos días oscuros permanecieron en su corazón. Se convirtió en un joven de 27 años, guapo, inteligente y lleno de ideas brillantes. Había estudiado mucho y trabajado aún más duro para fundar una empresa de tecnología y ciencia que revolucionaría el mundo. Además, se destacó en deportes y ayudaba a todos los que podía. Pero nunca olvidó cómo se sintió cuando era niño.
Un día, mientras Ryan caminaba por el parque, vio a un grupo de niños jugando. Entre ellos, notó a una niña que estaba apartada, mirando tristemente cómo los demás se divertían. Al acercarse, Ryan entendió que ella también estaba siendo acosada. Recordando su propia infancia, Ryan decidió que era momento de actuar, no solo por esa niña, sino por todos los niños que sufrían como él lo hizo.
Ryan usó su fortuna y su conocimiento para crear un lugar seguro para niños que enfrentaban el acoso. Fundó «El Refugio de los Valientes», un centro donde los niños podían vivir, aprender y jugar en un ambiente de aceptación y cariño. Ofreció becas para que pudieran practicar deportes y desarrollar sus talentos, igual que él había hecho.
La noticia del buen corazón de Ryan se esparció rápidamente y más niños comenzaron a llegar. Pronto, «El Refugio de los Valientes» se llenó de risas, sueños y esperanzas renovadas. Ryan no solo les ofrecía un hogar y educación, sino que también les enseñaba a creer en sí mismos.
Con el tiempo, Ryan se dio cuenta de que necesitaba ayuda para gestionar el refugio y continuar su misión. Fue entonces cuando conoció a Gabriel y Rafael, dos hermanos gemelos que habían sido ingenieros en su empresa. Ambos se unieron a su causa, aportando su inteligencia y habilidades para mejorar el refugio y desarrollar programas innovadores para los niños.
Denisse, una maestra de deportes que había visto el impacto del bullying en sus estudiantes, también se unió al equipo, ofreciendo su experiencia para ayudar a los niños a encontrar su fuerza a través del deporte.
Por último, Fernanda, una joven que había superado el acoso con la ayuda de Ryan, decidió devolver lo que había recibido. Se convirtió en la coordinadora de actividades del refugio, asegurándose de que cada niño se sintiera valorado y apoyado.
Juntos, formaron un equipo increíble, no solo transformando la vida de muchos niños, sino también cambiando la comunidad. Organizaban eventos, talleres y actividades que enseñaban a todos sobre la importancia de la empatía, la bondad y el coraje.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.