Cuentos de Terror

El sendero del misterio

Lectura para 10 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de espesos bosques, una joven llamada Lucía. Era conocida por su bondad y amabilidad, pero también por el extraño dolor que la atormentaba desde que tenía memoria. Nadie en el pueblo sabía cómo aliviar su sufrimiento, y aunque había buscado ayuda en diferentes lugares, ninguna cura parecía funcionar.

Lucía vivía con su abuelo, don Aurelio, un anciano que había sido una figura importante en el pueblo durante muchos años. Don Aurelio era un hombre sabio, aunque con el paso del tiempo, su salud comenzó a deteriorarse. Un día, la enfermedad que lo aquejaba empeoró gravemente, y los rumores sobre su estado comenzaron a circular entre los pobladores.

El pueblo, rodeado por el imponente monte Tenebroso, siempre había sido un lugar tranquilo, pero en los últimos tiempos, algo extraño había comenzado a ocurrir. Al caer la noche, ruidos aterradores emergían del monte. Eran sonidos indescriptibles, a veces como susurros que se transformaban en gritos desgarradores. Los habitantes, asustados y confundidos, no sabían cómo explicar este suceso, pero una cosa era segura: algo oscuro y siniestro se estaba gestando en las sombras.

Una noche, mientras Lucía cuidaba de su abuelo, los ruidos provenientes del monte se hicieron más fuertes. Parecía que los sonidos se acercaban cada vez más al pueblo, como si algo estuviera intentando salir de la espesura del bosque. La joven, atormentada por el dolor que sentía y el miedo por la salud de su abuelo, decidió que era momento de actuar. No podía quedarse de brazos cruzados mientras el terror se apoderaba de su hogar y de la gente que amaba.

Esa misma noche, reunió a un pequeño grupo de valientes pobladores que compartían su preocupación. Armados con linternas y antorchas, se adentraron en el oscuro sendero que conducía al monte Tenebroso. El camino era estrecho y serpenteante, bordeado por árboles cuyas ramas se extendían como garras hacia ellos. Cada paso que daban, los ruidos se intensificaban, y el miedo comenzaba a apoderarse de sus corazones.

Al llegar a la entrada del monte, se encontraron con un paisaje sombrío. La luna apenas iluminaba el terreno, y una densa niebla cubría el suelo, dificultando la visión. Lucía, con el corazón acelerado, lideró al grupo, decidida a descubrir el origen de los extraños sonidos.

Mientras avanzaban, comenzaron a notar que el dolor de Lucía se intensificaba. Parecía como si cada paso que daba hacia el monte hacía que su sufrimiento aumentara. Sin embargo, ella no se detuvo. Sabía que debía llegar al fondo de este misterio, aunque eso significara enfrentarse a sus peores temores.

Finalmente, el grupo llegó a un claro en medio del bosque. Allí, en el centro, encontraron una vieja cabaña abandonada, cubierta de enredaderas y musgo. La estructura parecía haber sido olvidada por el tiempo, pero lo más inquietante era que los sonidos provenían de su interior.

Con cautela, Lucía y los demás se acercaron a la cabaña. Cada crujido del suelo bajo sus pies resonaba en la oscuridad, y el miedo que sentían era palpable. Al abrir la puerta, el olor a humedad y moho les golpeó, y la oscuridad dentro de la cabaña era casi impenetrable.

Con una linterna en mano, Lucía fue la primera en entrar. Sus ojos tardaron en acostumbrarse a la penumbra, pero pronto pudo ver lo que había dentro. En el centro de la cabaña, sobre una mesa cubierta de polvo, había un viejo libro. Sus páginas estaban amarillentas y crujían al tacto. Lo extraño era que, aunque el libro parecía haber estado allí por décadas, no mostraba signos de deterioro por el tiempo.

Al acercarse más, Lucía sintió una punzada aguda en su pecho. Era el dolor que la había acompañado durante toda su vida, pero esta vez era diferente. Era como si el dolor estuviera tratando de decirle algo, de guiarla hacia una verdad oculta.

Sin dudarlo, abrió el libro. Las palabras escritas en él eran antiguas y difíciles de leer, pero Lucía sabía que ese libro tenía las respuestas que estaba buscando. A medida que leía, se dio cuenta de que el dolor que había sentido toda su vida no era una simple enfermedad, sino una conexión con un poder antiguo que yacía dormido en el monte.

El libro relataba la historia de un antiguo guardián, un espíritu que protegía el monte Tenebroso y sus secretos. Sin embargo, con el paso del tiempo, el guardián había sido olvidado, y su poder había comenzado a desvanecerse. El dolor que sentía Lucía era una señal de que ese poder buscaba ser liberado, pero para hacerlo, debía enfrentarse a la oscuridad que había crecido en el monte.

Con el corazón en la mano, Lucía cerró el libro y se dirigió hacia el fondo de la cabaña, donde una trampa oculta en el suelo revelaba un pasadizo subterráneo. Sin dudarlo, descendió por las escaleras, seguida de cerca por los demás.

El pasadizo los llevó a una gran cámara subterránea, donde un antiguo altar se encontraba en el centro. En el altar, una joya brillante reposaba, irradiando una luz cálida y reconfortante. Lucía supo al instante que esa joya era la clave para liberar al guardián y acabar con el terror que acechaba al pueblo.

Con una determinación renovada, Lucía tomó la joya y, al hacerlo, sintió cómo el dolor en su pecho comenzaba a desvanecerse. La luz de la joya se intensificó, iluminando la cámara y disipando las sombras. En ese momento, los ruidos aterradores cesaron, y una paz profunda llenó el lugar.

Al salir de la cabaña, el monte ya no parecía tan tenebroso. La niebla se había levantado y los árboles ya no parecían tan amenazantes. Lucía sabía que había liberado al guardián y que el pueblo estaría a salvo.

Desde ese día, el dolor que la había atormentado durante años desapareció, y el pueblo recuperó su tranquilidad. Lucía y su abuelo vivieron el resto de sus días en paz, sabiendo que habían enfrentado y vencido la oscuridad.

Y así, el misterio del monte Tenebroso fue resuelto, dejando una lección en el corazón de todos: a veces, los mayores miedos esconden los secretos más valiosos.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

2 comentarios en «El sendero del misterio»

    • Siento que no haya sido el cuento que buscaba, pero puede enviar un cuento nuevo, con las instrucciones más concretas para que lo pueda hacerlo mejor. Un saludo y muchas gracias por visitar la web.

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