Cuentos de Terror

La Sombra en el Bosque

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Morena era una niña de diez años con el cabello oscuro y rizado y unos ojos grandes y expresivos que siempre parecían estar llenos de curiosidad. Vivía en un pequeño pueblo rodeado de bosques espesos y misteriosos. A pesar de las advertencias de sus padres y los otros adultos del pueblo, Morena sentía una extraña fascinación por el bosque, especialmente cuando el sol comenzaba a ponerse y la luna iluminaba los senderos con su luz pálida.

Una tarde, mientras Morena jugaba en el patio de su casa, escuchó un susurro proveniente del bosque. Se giró rápidamente, pero no vio a nadie. Intrigada y un poco asustada, decidió investigar. Tomó una linterna y se adentró en el bosque, siguiendo el sonido del susurro.

A medida que avanzaba, el bosque se volvía más oscuro y espeluznante. Los árboles parecían susurrar secretos y sus sombras se alargaban como si intentaran atraparla. Morena encendió su linterna y siguió adelante, su corazón latiendo con fuerza. De repente, el susurro se detuvo y el silencio se hizo absoluto. Fue entonces cuando vio una sombra moverse entre los árboles. Parecía una figura humana, pero algo en ella era extrañamente antinatural.

—¿Quién está ahí? —preguntó Morena con voz temblorosa, pero no obtuvo respuesta.

La sombra se movió rápidamente, desapareciendo entre los árboles. Morena, a pesar de su miedo, decidió seguirla. A medida que avanzaba, notó que el camino que seguía no era familiar. El bosque parecía haberse transformado en un laberinto de ramas retorcidas y hojas crujientes.

De repente, tropezó con algo en el suelo y cayó, golpeándose la rodilla. Al iluminar el objeto con su linterna, vio que era un viejo diario, cubierto de polvo y telarañas. Lo abrió con curiosidad y comenzó a leer. Las páginas estaban llenas de historias aterradoras sobre el bosque, escritas por alguien llamado Tomás, que parecía haber vivido allí hace muchos años.

Uno de los relatos hablaba de una sombra que acechaba a los niños que se aventuraban demasiado lejos en el bosque. Según el diario, la sombra era el espíritu inquieto de un niño perdido que buscaba compañía en su soledad eterna. Morena sintió un escalofrío recorrer su espalda. ¿Era posible que la sombra que había visto fuera la misma de la que hablaba el diario?

Decidida a descubrir la verdad, Morena siguió leyendo. Encontró un mapa dibujado a mano que mostraba un camino hacia una antigua cabaña en el corazón del bosque. Pensó que tal vez allí podría encontrar respuestas. Con el mapa en una mano y la linterna en la otra, siguió el sendero marcado.

Después de lo que pareció una eternidad, Morena llegó a una pequeña cabaña de madera, medio oculta por la vegetación. La puerta estaba entreabierta y, con el corazón latiendo con fuerza, Morena entró. El interior de la cabaña estaba oscuro y polvoriento. En el centro de la habitación había una mesa con una vela apagada y una foto enmarcada de un niño.

Al acercarse a la foto, Morena vio que el niño tenía una expresión triste y melancólica. De repente, sintió una presencia detrás de ella. Se giró lentamente y vio la sombra, más clara que nunca, mirándola fijamente. Era el niño de la foto.

—¿Quién eres? —preguntó Morena, tratando de mantener la calma.

La sombra no respondió con palabras, pero sus ojos tristes parecían implorar ayuda. Morena comprendió que el niño estaba atrapado en el bosque y no podía encontrar la paz. Recordó lo que había leído en el diario y decidió que debía hacer algo para ayudarlo.

—No te preocupes —dijo con determinación—. Encontraré una manera de liberarte.

Morena tomó la foto del niño y la colocó en su mochila. Salió de la cabaña y siguió el mapa de regreso al pueblo. Sabía que debía encontrar a alguien que pudiera ayudarla a comprender cómo liberar al espíritu del niño. Recordó que había una anciana en el pueblo, conocida por sus conocimientos sobre historias antiguas y leyendas locales.

Al llegar al pueblo, Morena corrió hacia la casa de la anciana. La mujer la recibió con una cálida sonrisa y la invitó a entrar.

—¿Qué te trae por aquí, pequeña? —preguntó la anciana.

Morena le mostró la foto y le contó todo lo que había sucedido. La anciana escuchó atentamente y luego asintió con la cabeza.

—Esa sombra es el espíritu de Tomás, un niño que se perdió en el bosque hace muchos años. Su espíritu no ha encontrado descanso porque murió solo y asustado. Debemos hacer un ritual para ayudarlo a encontrar la paz.

La anciana preparó todo lo necesario para el ritual. Juntas, Morena y la anciana regresaron al bosque, llevando consigo la foto y algunos objetos sagrados. Al llegar a la cabaña, la anciana encendió la vela y comenzó a recitar unas palabras en un idioma antiguo. Morena sostuvo la foto con firmeza, esperando que todo saliera bien.

De repente, la sombra del niño apareció una vez más. Pero esta vez, en lugar de miedo, Morena sintió una inmensa tristeza y compasión por él. La anciana continuó con el ritual y la sombra comenzó a desvanecerse lentamente, hasta que finalmente desapareció por completo.

Un susurro suave llenó el aire.

—Gracias… —dijo la voz de Tomás, antes de desvanecerse por completo.

Morena sintió una paz profunda en su corazón. Sabía que había hecho lo correcto y que Tomás finalmente había encontrado la paz que tanto necesitaba. Agradeció a la anciana por su ayuda y regresó a casa, sintiéndose más valiente y decidida que nunca.

Desde ese día, Morena se convirtió en una defensora del bosque, asegurándose de que nadie más se perdiera o sufriera como Tomás. Compartió su historia con otros niños del pueblo, enseñándoles la importancia de respetar y cuidar la naturaleza. El bosque, antes lleno de sombras y secretos, se transformó en un lugar de paz y armonía, gracias al coraje y la compasión de una niña que se atrevió a enfrentar sus miedos.

Y así, en el pequeño pueblo rodeado de bosques espesos y misteriosos, la historia de Morena y la sombra del bosque se convirtió en una leyenda, recordada por generaciones como un ejemplo de valor, empatía y la importancia de proteger nuestro entorno natural.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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