En las montañas del sureste mexicano, rodeado por densos bosques de pino y roble, se encontraba un pequeño poblado llamado Amatlán. Aquí, la comunidad vivía de una manera muy distinta a la de las grandes ciudades; se regían por sus propias normas y creencias, enfocadas en el respeto a la naturaleza y la solidaridad entre sus habitantes.
Jorge, un niño de once años con curiosidad insaciable y un corazón bondadoso, era el protagonista de esta historia. Jorge había crecido en Amatlán, aprendiendo de sus mayores no solo a leer y escribir, sino también a entender la importancia de vivir en armonía con el entorno y los demás.
Un día, mientras Jorge exploraba el bosque cercano al poblado, encontró un pequeño cuaderno semioculto bajo unas piedras. Al abrirlo, descubrió que estaba lleno de dibujos y escritos que narraban las aventuras de un grupo de niños que, como él, aprendían y jugaban en esos mismos bosques. Intrigado, Jorge decidió llevar el cuaderno a su maestro, Don Celso, quien dirigía la escuelita zapatista del pueblo.
Don Celso, un hombre mayor con una barba blanca y ojos brillantes, escuchó atentamente la historia de Jorge sobre el hallazgo. Tomando el cuaderno en sus manos, comenzó a hojearlo lentamente.
—Este cuaderno perteneció a tu abuelo, Jorge —dijo Don Celso con una voz suave pero firme—. Él fue uno de los fundadores de nuestra escuela y un firme creyente en la educación como herramienta para la libertad.
Jorge, asombrado, pidió a Don Celso que le contara más sobre su abuelo y la escuela.
—La educación zapatista, Jorge, es diferente porque no solo enseña conocimientos como la matemática o la historia, sino que también inculca valores como la autonomía, la justicia y el respeto mutuo. Aquí aprendemos a cuidar de la tierra porque ella nos cuida a nosotros, y aprendemos a mantener viva nuestra cultura a través de nuestras lenguas y tradiciones.
Motivado por las palabras de Don Celso y el legado de su abuelo, Jorge decidió que usaría el cuaderno como inspiración para llevar a cabo un proyecto especial. Quería mostrar a todos en Amatlán cómo la educación zapatista había beneficiado al pueblo a lo largo de los años.
Con la ayuda de Don Celso, Jorge empezó a entrevistar a diferentes generaciones de habitantes del pueblo, recogiendo historias y testimonios sobre cómo la educación había transformado sus vidas. Con cada historia, Jorge añadía una página al cuaderno, ilustrando con dibujos coloridos cada relato.
Después de varias semanas de trabajo, el proyecto de Jorge estaba listo. Durante la celebración del Día del Maíz, una festividad importante para Amatlán, Jorge presentó el cuaderno restaurado a la comunidad. Lo llamó «El Cuaderno de la Comunidad», y lo ofreció como regalo al pueblo, dejándolo en la biblioteca de la escuela para que todos pudieran leerlo y añadir sus propias historias en el futuro.
La presentación fue un éxito. Los habitantes de Amatlán, emocionados y orgullosos, aplaudieron la iniciativa de Jorge. Viendo el impacto de su proyecto, Jorge entendió profundamente el valor de la educación zapatista. No solo se trataba de aprender a leer y escribir, sino de construir juntos una comunidad fuerte y unida, capaz de enfrentar los desafíos del futuro mientras se mantenía fiel a sus raíces y valores.
Don Celso, con lágrimas en los ojos, abrazó a Jorge y le susurró:
—Has hecho algo muy valioso, Jorge. Has recordado a todos nosotros la importancia de nuestra comunidad y nuestra cultura. Estoy seguro de que tu abuelo estaría muy orgulloso de ti.
Desde ese día, Jorge continuó explorando y aprendiendo, siempre llevando consigo el espíritu de su abuelo y el amor por su comunidad. Y en Amatlán, el cuaderno siguió creciendo, lleno de nuevas historias y dibujos, cada página un testimonio del poder de la educación para cambiar el mundo, una pequeña comunidad a la vez.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.