Un año había pasado desde que Jhoan y Dulce vivieron la aventura más grande de sus vidas, derrotando al temido Maestro de la Oscuridad y restaurando la paz en el mágico reino de Vildarodguer. La felicidad que había llenado sus corazones aún brillaba, pero con el tiempo, una extraña sensación de inquietud comenzó a hacerse presente en sus almas. Era como si el mundo los estuviera llamando nuevamente, como si algo estuviera por suceder.
La pulsera mágica que había sido un símbolo de su amor y coraje permanecía guardada en un lugar especial de la casa de Dulce, brillando con un destello tenue, como si esperara un nuevo llamado. A pesar de que la vida diaria parecía normal, ambos amigos sentían que había algo más allá de su comprensión, un susurro que los animaba a actuar.
Una noche, mientras las estrellas parpadeaban en el cielo, Jhoan y Dulce se encontraron en el jardín de Dulce, un lugar donde tantas aventuras habían comenzado. Las sombras de los árboles danzaban bajo la luz de la luna, y la brisa fresca traía consigo un aroma familiar a flores y magia. La curiosidad los impulsó a tocar la pulsera, recordando cómo habían viajado a través de dimensiones antes.
“¿Te imaginas qué aventuras nos esperan esta vez?” preguntó Jhoan, sus ojos llenos de emoción.
“¿Y si tenemos que luchar de nuevo?” contestó Dulce, un poco insegura.
“Lo haremos juntos, como siempre”, respondió Jhoan, apretando su mano.
Al tocar la pulsera, un destello de luz iluminó el jardín y, de repente, un portal se abrió ante ellos, girando y resplandeciendo con colores que nunca habían visto. Sin tiempo para procesar lo que estaba sucediendo, fueron arrastrados a un nuevo multiverso.
Cuando aterrizaron, se dieron cuenta de que algo había cambiado en ellos. Sus nombres ahora eran Jhoxan y Duxcel, y sentían que sus corazones latían con una energía diferente, una fuerza que los atraía hacia lo desconocido. Mirándose en un espejo roto, Duxcel se vio a sí mismo con un traje negro y rojo, con detalles metálicos que brillaban ominosamente. Sus ojos reflejaban la oscuridad que lo rodeaba.
“¿Qué nos ha pasado?” preguntó Duxcel, sintiéndose extraño.
“No lo sé, pero tenemos que averiguarlo”, dijo Jhoxan, mirando a su alrededor. El paisaje era oscuro y sombrío, lleno de estructuras góticas y una atmósfera inquietante. “¿Dónde estamos?”
“No lo sé, pero parece que hay algo aquí que nos necesita”, respondió Duxcel, sintiendo una extraña atracción hacia las sombras.
Mientras caminaban por ese mundo tenebroso, comenzaron a escuchar susurros que parecían llamarlos. Las voces hablaban de un antiguo poder, uno que había estado atrapado en la oscuridad durante siglos. Sin pensarlo dos veces, decidieron seguir las voces, que los llevaron a una enorme torre en el centro del lugar.
Al llegar, encontraron un portal aún más grande que el que los había traído. Duxcel miró a Jhoxan y le dijo: “Este lugar tiene que ser importante. Tal vez aquí encontraremos respuestas”.
Sin embargo, al acercarse al portal, sintieron una fuerza oscura que intentaba atraparlos. Con un rápido movimiento, lograron cruzar el umbral, encontrándose en una sala llena de luz y sombras. Allí, un anciano de aspecto sabio, con una larga barba blanca, los miró fijamente.
“Jhoxan y Duxcel, bienvenidos”, dijo el anciano. “Soy el Guardián del Multiverso. Ustedes han sido elegidos para enfrentar una nueva amenaza que podría desatar la oscuridad sobre todos los mundos”.
“¿Qué tipo de amenaza?” preguntó Jhoxan, temiendo lo que podría venir.
“Un antiguo enemigo, el Espectro del Caos, ha despertado. Su objetivo es apoderarse de la pulsera mágica que llevaban y usarla para romper las barreras entre los mundos. Si eso sucede, la oscuridad consumirá todo”, explicó el anciano.
Duxcel se sintió abrumado. “¿Qué debemos hacer?”
“Debes encontrar el corazón del Espectro, la fuente de su poder, y destruirlo antes de que logre apoderarse de la pulsera. Solo entonces podrán restaurar el equilibrio”, respondió el anciano.
“¿Y cómo lo hacemos?” preguntó Jhoxan, sintiendo que la tarea era descomunal.
“Ustedes ya poseen la valentía y la amistad necesarias. Recuerden que lo que los une es más fuerte que cualquier oscuridad. Sigan su corazón y confíen en el poder de su amistad”, dijo el anciano antes de desvanecerse en una nube de luz.
Con renovado valor, Jhoxan y Duxcel se embarcaron en su búsqueda. Al salir de la torre, el mundo parecía aún más sombrío, pero en su interior, llevaban una chispa de esperanza. Tenían que encontrar al Espectro del Caos antes de que él encontrara la pulsera.
Mientras exploraban, se dieron cuenta de que el mundo estaba lleno de criaturas extrañas, algunas amigables y otras hostiles. En su camino, se toparon con un grupo de seres oscuros que intentaron detenerlos. Sin embargo, trabajando juntos, lograron superar cada obstáculo. Cada vez que luchaban, sus habilidades se complementaban de maneras sorprendentes.
Una noche, mientras se refugiaban en una cueva, Duxcel miró a Jhoxan y le dijo: “Siento que algo está cambiando en nosotros. Esta oscuridad nos está afectando”.
“Sí, pero debemos recordar quiénes somos realmente. Somos amigos, y eso es lo que nos dará fuerza”, respondió Jhoxan, apretando la mano de su compañero.
Cuando finalmente se encontraron con el Espectro del Caos, sintieron un escalofrío recorrer sus cuerpos. Era una criatura imponente, con ojos que ardían en llamas oscuras y una risa que retumbaba en el aire. “¿Qué hacen aquí, pequeños héroes? Han venido a rendirse ante mí”.
“No vamos a rendirnos. Vamos a detenerte”, declaró Duxcel, aunque su voz temblaba un poco.
“¿Detenerme? No tienen idea del poder que poseo. Esta pulsera es mía”, dijo el Espectro, extendiendo sus garras hacia ellos.
Juntos, Jhoxan y Duxcel unieron sus fuerzas, recordando las lecciones que habían aprendido sobre la amistad y el valor. El anciano les había dicho que el poder de su conexión era más fuerte que cualquier oscuridad. Concentraron su energía y tocaron la pulsera, llamando a la luz que una vez la había envuelto.
Un destello brillante emergió, iluminando la cueva y haciendo que el Espectro retrocediera. “¡No! ¡No puede ser!”, gritó, mientras la luz lo envolvía. Jhoan y Dulce sintieron que sus corazones latían al unísono, llenos de fuerza y determinación.
El brillo de la pulsera fue creciendo, y juntos, con un grito de poder, lanzaron la energía hacia el Espectro, quien comenzó a desvanecerse en la luz. “¡No! ¡No! ¡Esto no puede estar sucediendo!”, chilló mientras desaparecía.
Con el Espectro del Caos derrotado, el mundo comenzó a transformarse. Las sombras se disiparon, y el cielo se llenó de luz y color. Jhoxan y Duxcel se miraron, sintiendo el peso que habían llevado desaparecer.
“Lo hicimos, lo hicimos juntos”, dijo Duxcel, sonriendo.
“Siempre juntos”, respondió Jhoxan, devolviendo la sonrisa.
Al regresar al portal, fueron recibidos por el anciano. “Lo han logrado, jóvenes héroes. Su amistad ha vencido la oscuridad una vez más”.
Con el corazón lleno de alegría y orgullo, Jhoan y Dulce regresaron a su hogar, sintiendo que la experiencia había fortalecido aún más su amistad. La pulsera mágica brillaba intensamente, un recordatorio de su valentía y del poder que llevaban en su interior.
En el reino de Vildarodguer, sabían que siempre estarían preparados para enfrentar cualquier desafío que la vida les lanzara. Habían aprendido que la verdadera fuerza reside no solo en el coraje individual, sino en la amistad que los une, un vínculo que nunca se rompería.
Y así, con un corazón lleno de esperanza y un futuro brillante por delante, Jhoan y Dulce continuaron sus días en Vildarodguer, siempre listos para nuevas aventuras, sabiendo que juntos, podían superar cualquier oscuridad.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.