Cuentos de Amor

El Cuento de Luana, Omar y Margaret

Lectura para 10 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez en un pequeño y encantador pueblo, tres niños cuyos destinos estaban entrelazados por el hilo del amor y la amistad. Luana, una niña de ojos brillantes y corazón inquieto, era conocida en todo el pueblo por su carácter fuerte y su risa contagiosa. Omar, un chico amable y de buen corazón, era su mejor amigo desde que ambos podían recordar. Luego estaba Margaret, una niña de cabellos dorados y sonrisa dulce, que acababa de llegar al pueblo hacía unos meses.

Desde el momento en que Margaret llegó, Luana sintió algo que nunca había experimentado antes: una punzada de envidia. Margaret era todo lo que Luana no era. Mientras que Luana era ruidosa y desordenada, Margaret era tranquila y organizada. Donde Luana veía aventura, Margaret veía riesgo. Sin embargo, lo que más incomodaba a Luana era la forma en que Omar miraba a Margaret.

A medida que pasaban los días, la envidia de Luana crecía. Cada vez que Omar pasaba tiempo con Margaret, Luana sentía que una sombra oscura nublaba su corazón. Ella había sido la amiga inseparable de Omar, pero ahora Margaret parecía ocupar ese lugar en su vida. Era evidente que Omar estaba enamorado de Margaret, y Luana no podía soportarlo.

Una tarde, mientras todos los niños jugaban en la plaza del pueblo, Luana decidió que tenía que hacer algo. No podía permitir que Margaret le arrebatara a Omar. Así que, con una mezcla de tristeza y determinación, trazó un plan para separar a los dos.

Comenzó sembrando pequeñas semillas de duda en el corazón de Omar. Le decía cosas como: «¿No crees que Margaret es demasiado perfecta? A veces las personas que parecen tan perfectas no son lo que parecen». Luego, cuando Omar estaba cerca, hacía comentarios malintencionados sobre Margaret, esperando que eso lo alejara de ella. Pero Omar, con su corazón noble, no se dejaba influenciar fácilmente. Sabía que Margaret era una buena persona y que los comentarios de Luana venían de un lugar de dolor y celos.

Margaret, por su parte, se dio cuenta de la actitud de Luana, pero en lugar de confrontarla, decidió acercarse más a ella. Quería ser su amiga, no su rival. Invitaba a Luana a jugar con ellos, la incluía en sus conversaciones y le mostraba una amabilidad genuina que poco a poco fue desarmando la coraza de Luana.

Un día, Omar decidió que ya era hora de hablar con Luana. La encontró sentada sola bajo un árbol, mirando al suelo con tristeza. Se sentó a su lado y, con una voz suave, le dijo: «Luana, sé que estás molesta conmigo y con Margaret, pero no quiero perder tu amistad. Eres mi mejor amiga, y siempre lo serás. Margaret no ha venido a reemplazarte, simplemente es alguien que también me importa».

Luana sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas. No quería admitir que había estado equivocada, pero sabía en su corazón que Omar tenía razón. «Es solo que… me siento tan sola cuando estás con ella», confesó Luana.

Omar la abrazó con fuerza. «Nunca estarás sola, Luana. Siempre estaré aquí para ti, y sé que Margaret también quiere ser tu amiga».

Con el tiempo, Luana empezó a ver a Margaret bajo una nueva luz. Se dio cuenta de que Margaret no era su enemiga, sino alguien que también buscaba su lugar en el mundo. Comenzaron a pasar más tiempo juntas, y lo que comenzó como una relación tensa y llena de rivalidad, se convirtió en una amistad genuina.

Un día, mientras los tres paseaban por el campo, Margaret se detuvo de repente y señaló hacia el horizonte. «Miren», dijo con una sonrisa, «el sol se está poniendo. Es tan hermoso, ¿no creen?».

Luana y Omar miraron en la dirección que Margaret señalaba. El cielo estaba pintado con tonos de rosa, naranja y púrpura, y en ese momento, Luana sintió que toda la envidia y el rencor que había albergado en su corazón se desvanecían. Se dio cuenta de que el amor no era una competencia. Omar podía amar a Margaret y seguir siendo su mejor amigo.

Desde ese día, los tres niños se volvieron inseparables. Luana, Omar y Margaret compartieron aventuras, risas y secretos, y su amistad creció con cada día que pasaba. Luana aprendió que la envidia solo trae tristeza y que el amor, cuando se comparte, se multiplica. Omar, por su parte, estaba feliz de ver a sus dos mejores amigas llevándose bien, y Margaret, con su naturaleza dulce y compasiva, fue el pegamento que unió a los tres.

Y así, en aquel pequeño y encantador pueblo, los tres amigos vivieron felices, recordando siempre que el verdadero amor y la amistad son los tesoros más grandes que se pueden encontrar.

Fin.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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