Cuentos de Animales

El pequeño valiente

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

Puntuación:

0
(0)
 

Compartir en WhatsApp Compartir en Telegram Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir por correo electrónico
0
(0)

Había una vez tres hermanos llamados Pablo, María y Lauren. Vivían en una casa acogedora en las afueras de la ciudad, rodeados de árboles y naturaleza. Los tres hermanos eran muy unidos, siempre jugaban juntos después de la escuela, y una de las cosas que más disfrutaban era pasar el tiempo con su perrito, Max. Max era un cachorro pequeño y juguetón, con un pelaje suave y unas orejas que parecían demasiado grandes para su cuerpo. Siempre corría detrás de los niños, saltando y ladrando alegremente, como si fuera uno más de los hermanos.

Pablo, el mayor de los tres, era responsable y siempre cuidaba de sus hermanos menores. María, la de en medio, era creativa y cariñosa; le gustaba dibujar y escribir cuentos, y a menudo imaginaba aventuras en las que Max era el héroe. Lauren, la más pequeña, era un torbellino de energía, siempre riendo y corriendo de un lado a otro, y Max la seguía a todas partes.

Una tarde, después de regresar de la escuela, los tres hermanos notaron que Max no los estaba esperando en la puerta, como solía hacer. Generalmente, el pequeño perrito saltaba sobre ellos apenas abrían la puerta, moviendo la cola con entusiasmo. Pero ese día, Max no apareció. Pablo fue el primero en darse cuenta.

—¿Dónde está Max? —preguntó, frunciendo el ceño.

—Debe estar durmiendo en algún lugar —respondió María, aunque también comenzó a sentirse un poco preocupada.

Buscaron por toda la casa, llamando a Max, pero no aparecía. Finalmente, lo encontraron acurrucado en su cama, pero algo no estaba bien. Max no levantaba la cabeza ni movía la cola como siempre. Parecía débil, y sus ojitos, normalmente brillantes y vivaces, estaban apagados.

—Max… —susurró Lauren, arrodillándose junto a él y acariciando su pelaje.

—¿Qué le pasa? —preguntó María, con la voz temblorosa.

Pablo, que siempre intentaba mantener la calma, se agachó y examinó al pequeño perrito. Max parecía estar enfermo, respiraba con dificultad, y apenas tenía fuerzas para mover las patas. Algo estaba mal, y los tres hermanos lo sabían.

—Tenemos que llevarlo al veterinario —dijo Pablo, con decisión.

María y Lauren asintieron rápidamente. Estaban asustadas, pero confiaban en su hermano mayor para saber qué hacer. Sin perder tiempo, los tres se pusieron sus chaquetas y envolvieron a Max en una manta para mantenerlo caliente. Mientras caminaban hacia la clínica veterinaria, Lauren sostenía a Max en sus brazos, acariciando su cabeza con delicadeza.

—Va a estar bien, Max. Eres nuestro pequeño valiente —le susurraba Lauren, tratando de no llorar.

Cuando llegaron al veterinario, el doctor los recibió de inmediato al ver la preocupación en sus rostros. Los hermanos explicaron lo que estaba sucediendo, y el veterinario examinó a Max con atención.

—Max está muy débil —dijo el doctor, después de un rato—. Parece que tiene una infección, pero lo trataremos de inmediato. Deberán dejarlo aquí unas horas para que le demos el tratamiento adecuado.

María empezó a llorar en silencio. La idea de dejar a Max solo en el veterinario la ponía muy triste, pero sabía que era lo mejor para él. Pablo, aunque estaba preocupado, puso su brazo alrededor de sus hermanas para consolarlas.

—Max es fuerte, va a superar esto —les dijo con confianza.

Dejaron a Max en la clínica y regresaron a casa, aunque el ambiente era completamente distinto. La casa, que solía estar llena de risas y el sonido de las patitas de Max corriendo por todas partes, ahora se sentía vacía y silenciosa.

Las horas pasaron lentamente, y los tres hermanos apenas podían concentrarse en otra cosa. Cada tanto, uno de ellos miraba hacia la puerta, esperando que el teléfono sonara con buenas noticias. Finalmente, cuando el sol empezaba a ponerse, el teléfono sonó. Pablo atendió con rapidez, y el veterinario les dio noticias alentadoras.

—Max ha respondido bien al tratamiento, pero necesitará reposo y cuidados durante algunos días. Pueden venir a recogerlo —les dijo el doctor.

Los tres hermanos respiraron aliviados. Corrieron de vuelta a la clínica veterinaria, ansiosos por ver a su amigo de cuatro patas. Cuando llegaron, encontraron a Max acurrucado en su cama, un poco más animado, aunque todavía débil.

Comparte tu historia personalizada con tu familia o amigos

Compartir en WhatsApp Compartir en Telegram Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir por correo electrónico

Cuentos cortos que te pueden gustar

autor crea cuentos e1697060767625
logo creacuento negro

Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

Deja un comentario