La Aventura de Kala

Había una vez una pequeña perrita llamada Kala. Él era una perrita callejera, con su suave pelaje marrón y sus orejas caídas que siempre se movían cuando corría por las calles. Kala no tenía un hogar, pero siempre soñaba con encontrar una familia que la quisiera y la cuidara.

Cada día, Kala caminaba por el parque, donde veía a muchas personas jugando con sus perros. Aunque a veces se sentía sola, Kala siempre era una perrita alegre. Le gustaba correr por la hierba, perseguir mariposas y, cuando alguien le ofrecía un trozo de comida, agitaba la cola con agradecimiento.

Una mañana soleada, mientras Kala jugaba en el parque como de costumbre, vio a una familia que la observaba desde lejos. Era una mamá, un papá y una niña pequeña. La niña tenía una gran sonrisa en su rostro y señalaba a Kala con emoción.

—¡Mira, mamá! ¡Qué bonita es esa perrita! —exclamó la niña, mientras corría hacia Kala.

Kala, siempre curiosa y amigable, se acercó a la niña y movió la cola, contenta de tener compañía. La niña se agachó y acarició suavemente el pelaje de Kala, mientras la perrita disfrutaba de las caricias con los ojos cerrados.

—Hola, pequeña —dijo la mamá con una sonrisa—. ¿Dónde está tu hogar?

Kala no tenía una casa ni una familia, pero la mamá lo supo en cuanto la vio. La familia pasó un buen rato jugando con Kala en el parque. Tiraron una pelota, y Kala la corría con gran entusiasmo, trayéndola de vuelta cada vez.

Después de jugar durante un largo rato, la niña miró a sus padres con ojos grandes y brillantes.

—¿Podemos llevar a Kala a casa? —preguntó la niña con esperanza—. ¡Podemos cuidarla y darle mucho amor!

El papá miró a la mamá, y ambos sonrieron.

—Creo que Kala sería muy feliz con nosotros —dijo el papá—. Y nosotros seríamos felices con ella.