Había una vez, en un lugar muy lejano, un gran safari lleno de animales de todos los colores y tamaños. En este lugar vivía un pequeño elefante llamado Liam. Liam tenía unas orejas grandes que le colgaban a los lados y una trompa juguetona que siempre estaba en movimiento, como si tuviera vida propia. Cada mañana, el solecito cálido despertaba a todos los animales del safari, y Liam era el primero en salir a explorar.
A Liam le encantaba caminar por el campo, rodeado de hierba verde y flores de muchos colores. Cada día, algo nuevo llamaba su atención. Un día era una mariposa que volaba de flor en flor, otro día era el viento que hacía bailar a las hojas de los árboles, y a veces, lo más emocionante era encontrar a sus amigos del safari.
Esta mañana, Liam estaba especialmente emocionado porque había oído hablar de un lugar nuevo, muy especial, al que no había ido antes. «Es el rincón más hermoso del safari», le dijo su mamá, mientras él movía las orejas emocionado. «Hay que cruzar el río grande y pasar por la colina dorada para llegar.»
Liam no podía esperar para ver ese lugar tan mágico, así que decidió empezar su aventura. Con su trompa levantada, comenzó a caminar. Mientras avanzaba, fue saludando a sus amigos animales que también vivían en el safari.
Primero, se encontró con Zara, la cebra. Zara estaba ocupada tomando agua de un pequeño lago, pero al ver a Liam, sonrió con sus dientes blancos y relucientes.
«¡Hola, Liam! ¿Adónde vas con tanta prisa?» preguntó Zara.
«Voy a explorar el rincón más hermoso del safari. Mi mamá dice que está más allá del río grande y la colina dorada», respondió Liam emocionado.
Zara meneó la cabeza. «He oído hablar de ese lugar. ¡Es precioso! Ten cuidado al cruzar el río, Liam, puede ser muy profundo.»
«Gracias, Zara. ¡Seré muy cuidadoso!» dijo Liam, mientras seguía su camino, moviendo la trompa alegremente.
Un poco más adelante, Liam escuchó unas risitas suaves. Al girar la cabeza, vio a Gigi, la jirafa, que estaba estirando su largo cuello para alcanzar las hojas más tiernas de un árbol alto.
«¡Hola, Gigi!» dijo Liam, agitando su trompa en señal de saludo.
Gigi bajó la cabeza lentamente para poder mirar a su pequeño amigo elefante. «¡Hola, Liam! ¿A dónde vas tan contento?»
«Voy al rincón más hermoso del safari. ¿Lo has visto antes?»
Gigi sonrió. «¡Oh, claro que sí! Es un lugar lleno de flores gigantes y árboles que parecen tocar el cielo. Estoy segura de que te encantará.»
Liam dio un brinco de emoción. «¡Qué ganas de llegar!»
Después de despedirse de Gigi, Liam siguió caminando. El sol brillaba en lo alto, y pronto llegó al río grande que su mamá había mencionado. El agua corría rápido y se veía muy profunda, pero Liam no se asustó. Usó su trompa para probar el agua y ver qué tan frío estaba.
Justo cuando estaba pensando en cómo cruzar el río, apareció Paco, el cocodrilo. Paco vivía en el río y era conocido por ser muy sabio. Siempre sabía cómo cruzar de un lado a otro sin problemas.
«¡Hola, Liam! ¿Necesitas ayuda para cruzar el río?» preguntó Paco con su gran sonrisa llena de dientes.
«Sí, por favor, Paco. El agua se ve muy profunda y no quiero mojarme demasiado», dijo Liam, mirando el río con un poco de duda.
«Sube a mi espalda. Te llevaré al otro lado en un santiamén», ofreció Paco.
Liam subió con cuidado, y Paco lo llevó nadando suavemente a través del agua hasta el otro lado del río. «¡Gracias, Paco!» dijo Liam al bajarse de la espalda del cocodrilo. «¡Eres el mejor nadador!»
Paco sonrió, orgulloso. «De nada, Liam. Disfruta de tu aventura.»
Ahora que estaba al otro lado del río, Liam solo tenía que subir la colina dorada. Era una colina que se veía amarilla bajo el sol, como si estuviera hecha de oro. A medida que subía, Liam sentía que el aire se hacía más fresco y suave. Las mariposas volaban a su alrededor, y el cielo era de un azul tan profundo que parecía un sueño.
Finalmente, cuando llegó a la cima, Liam vio lo que su mamá le había contado: ¡el rincón más hermoso del safari! Era un lugar lleno de flores de todos los colores, árboles altos y frondosos, y un lago cristalino donde los animales venían a beber agua. El sol brillaba justo sobre el lago, haciendo que todo el lugar pareciera brillar.
Liam estaba maravillado. Era incluso más hermoso de lo que había imaginado. Mientras caminaba por el rincón mágico, notó que muchos de sus amigos del safari ya estaban allí. Las jirafas, cebras, leones, y hasta los monos estaban disfrutando de la tranquilidad del lugar.
De repente, Liam escuchó una risa suave. Giró la cabeza y vio a Lola, la leona. Lola era una leona juguetona que siempre tenía algo divertido que decir.
«¡Hola, Liam! ¿Qué te parece este lugar?» preguntó Lola, corriendo hacia él con gracia.
«¡Es increíble!» respondió Liam, girando en círculos para verlo todo. «Es el lugar más bonito que he visto en mi vida.»
Lola sonrió y le dio un golpecito suave con la pata. «Sabía que te encantaría. Aquí siempre encontramos paz y mucha diversión.»
Liam se unió a sus amigos, jugando alrededor del lago y corriendo entre las flores. El día fue perfecto. Jugaron a las escondidas, se refrescaron en el lago y disfrutaron de la brisa fresca que pasaba por el rincón mágico.
Cuando el sol comenzó a bajar y el cielo se tornó de un color naranja brillante, Liam supo que era hora de volver a casa. Aunque no quería dejar el rincón más hermoso del safari, sabía que siempre podría volver.
«Es hora de irme», dijo Liam, despidiéndose de sus amigos. «Gracias por este día tan especial.»
Todos los animales se despidieron de Liam con sonrisas y buenos deseos. Mientras bajaba la colina dorada y cruzaba de nuevo el río (esta vez con la ayuda de Paco, el cocodrilo), Liam se sintió feliz. Sabía que el safari estaba lleno de aventuras, y aunque este rincón era mágico, su hogar también era especial porque allí estaban su mamá y todos los recuerdos de sus otros días felices.
Cuando finalmente llegó a su casa, el cielo ya estaba oscuro y las estrellas brillaban. Su mamá lo estaba esperando en la puerta, y al verlo, le sonrió con amor.
«¿Te gustó el rincón especial?» le preguntó su mamá, mientras lo abrazaba suavemente.
«¡Me encantó!» respondió Liam, con una gran sonrisa. «Es el lugar más bonito del mundo. Pero también me gusta estar en casa contigo.»
Su mamá rió y lo acurrucó. «Siempre hay nuevos lugares por descubrir, Liam. Pero recuerda, el mejor lugar siempre será donde estés rodeado de amor.»
Esa noche, Liam se fue a dormir pensando en todas las maravillas del safari, soñando con nuevas aventuras que podría vivir al día siguiente. Sabía que, con sus amigos y su familia, cada día en el safari sería tan especial como el rincón mágico que había descubierto.
Y así, Liam cerró los ojos, feliz de ser parte de ese gran mundo lleno de aventuras y amigos.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.