Cuentos de Aventura

Carlota y las Aventuras en el Colegio Señora de la Luz

Lectura para 2 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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En un acogedor pueblito lleno de casitas de colores, vivía una niña alegre y curiosa llamada Carlota. Carlota tenía 3 años y le encantaba todo lo que era de color naranja, desde las mariposas hasta los atardeceres. Pero lo que más le gustaba era el chocolate y cantar a todo pulmón su canción favorita, el himno de su pueblo.

Cada mañana, Carlota iba al colegio Señora de la Luz, un lugar donde la diversión y el aprendizaje nunca faltaban. Allí, tenía muchos amigos, pero su mejor amigo era Asier, un niño con una imaginación tan grande como el cielo azul. Juntos, vivían millones de aventuras, desde buscar tesoros escondidos en el arenero hasta volar a países mágicos en el columpio.

Carlota también tenía un hermano mayor, Antonio, con quien compartía juegos y risas. Antonio le enseñaba a construir castillos de bloques y juntos soñaban con ser valientes caballeros y princesas intrépidas.

La maestra de Carlota, Marta, era tan dulce como el algodón de azúcar. Con ella, Carlota y sus amigos aprendían cosas nuevas cada día, desde contar hasta diez hasta descubrir los secretos de las letras. Marta siempre decía que aprender era como abrir puertas a mundos maravillosos.

Pero eso no era todo. Los abuelos de Carlota tenían un perrito llamado Mago, de orejas largas y ojos brillantes. Carlota adoraba visitarlos para correr y jugar con Mago en el jardín, bajo los grandes árboles donde cantaban los pájaros.

Un día, en el colegio Señora de la Luz, Marta anunció una sorpresa: iban a hacer una obra de teatro. Todos los niños estaban emocionados, y Carlota soñaba con ser la protagonista. Marta les explicó que la obra se llamaba «El Bosque Encantado», y cada niño tendría un papel especial.

Carlota fue elegida para ser la Princesa del Bosque, y Asier sería el valiente Caballero. Antonio, que también iba al colegio Señora de la Luz, ayudaría a construir el escenario con cajas de colores y telas brillantes.

Los días siguientes estuvieron llenos de ensayos y risas. Carlota y Asier practicaban sus diálogos, mientras Antonio y los Amigos De Clase pintaban árboles y nubes para el escenario. Incluso Mago tuvo un papel especial: sería el leal compañero de la Princesa del Bosque.

Finalmente, llegó el gran día. Los padres, abuelos y amigos se reunieron en el colegio, ansiosos por ver la obra. Carlota estaba un poco nerviosa, pero al ver las caras sonrientes de su familia y amigos, se llenó de valor.

La obra comenzó, y todo salió a la perfección. Carlota, como Princesa del Bosque, hablaba con los animales y cuidaba de las plantas. Asier, el valiente Caballero, la ayudaba a proteger el bosque de un hechicero travieso, interpretado por uno de los Amigos De Clase.

Antonio y los demás niños movían el decorado, creando la ilusión de un bosque que cambiaba de día a noche. Y Mago, con un pequeño disfraz de conejo, saltaba y jugaba alrededor de Carlota, arrancando risas y aplausos del público.

Al final de la obra, todos aplaudieron emocionados. Marta felicitó a los niños por su esfuerzo y creatividad. Carlota se sintió feliz y orgullosa, no solo por haber sido la Princesa del Bosque, sino por haber compartido esa aventura con sus amigos, su hermano y su querido perrito Mago.

Esa noche, al volver a casa, Carlota no podía dejar de hablar sobre la obra. Contaba con emoción cada detalle, desde su vestido de princesa hasta cómo Mago movía sus orejas largas al correr. Su familia la escuchaba con sonrisas y abrazos, llenos de orgullo y amor.

Carlota entendió que lo más importante no era ser la protagonista, sino compartir momentos especiales con las personas y animales que amaba. Cada día en el colegio Señora de la Luz era una nueva aventura, y ella estaba lista para vivir muchas más.

Y así, entre juegos, risas y aprendizajes, Carlota, Asier, Antonio, Marta, los Amigos De Clase y el pequeño Mago seguían creciendo y descubriendo el mundo, siempre juntos, siempre llenos de alegría y curiosidad.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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