Cuentos de Animales

Laura y el Parque de los Sentimientos

Lectura para 6 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Era una tarde soleada, el colegio acababa de terminar y los niños se dirigían emocionados al parque cercano. Laura, con su mochila colgada al hombro, caminaba lentamente, observando cómo los demás niños corrían riendo y hablando sobre algo que parecía muy emocionante. Se acercó a un grupo que estaba reunido bajo un gran árbol, donde escuchó a varios niños hablando de los regalos que llevarían al cumpleaños de Marc.

Con curiosidad, Laura se acercó más. «¿De qué regalos estáis hablando?», preguntó con una sonrisa tímida. Sin embargo, uno de los niños la miró y le dijo, sin pensarlo dos veces: «Es el cumpleaños de Marc, pero tú no estás invitada».

Las palabras golpearon el corazón de Laura como una piedra fría. No podía entender por qué no la habían invitado. Con lágrimas acumulándose en sus ojos, dio media vuelta y comenzó a caminar en busca de su mamá, que siempre la esperaba en la esquina del parque.

Cuando la encontró, no pudo contener más sus lágrimas. «Mami, ¿por qué nunca me invitan a los cumpleaños de mis compañeros? ¿Será que soy una niña mala? ¿Por qué nadie quiere ser mi amigo?», preguntó con la voz quebrada por la tristeza.

Su mamá, conmovida al verla tan afectada, la abrazó fuertemente. «Mi amor, tú eres la niña más buena, linda y cariñosa que una madre puede tener. No tienes que pensar que has hecho algo mal. Quizás se les acabaron las invitaciones. No te preocupes, vamos al parque a jugar, y verás cómo te sientes mejor.»

Laura intentó secarse las lágrimas con la manga de su chaqueta y asintió levemente. Juntas caminaron hacia el parque, donde los gritos y risas de otros niños llenaban el aire. A pesar de su tristeza, Laura intentó seguir adelante.

Mientras paseaban por el parque, vieron a Clara, una compañera de su clase, corriendo hacia ellas con un gorro de cumpleaños en la cabeza y unos globos de colores en la mano. «¡Hola, Laura! Hoy fue mi cumpleaños, pero tú no estabas invitada», dijo Clara alegremente, sin darse cuenta de cómo esas palabras afectaban a Laura.

Laura miró a su madre con ojos llenos de lágrimas una vez más. Sin decir nada, salió corriendo, dejando a su madre y a Clara atrás. Corrió tan rápido como sus pequeñas piernas le permitieron, hasta llegar al otro lado del parque. Su mamá fue tras ella, preocupada por su dolor.

Cuando finalmente la alcanzó, la abrazó tan fuerte como solo una madre sabe hacerlo. Ambas lloraron juntas bajo la sombra de un árbol. La mamá de Laura le acarició el cabello y, con la voz suave, le dijo: «Ellos se lo pierden, mi amor. Tú eres una niña maravillosa, y quien no quiera estar contigo es porque no ha visto lo especial que eres.»

Laura, con la cara aún llena de lágrimas, miró a su madre. «Mami, ¿por qué no puedo ser como los demás? ¿Por qué no quieren que juegue con ellos?», preguntó en un susurro.

Su madre sonrió con ternura y le dijo: «Cada persona es diferente, mi amor. A veces las personas no entienden lo que es realmente importante, pero tú no debes cambiar quién eres. Sigue siendo esa niña dulce y alegre que tanto amo. ¿Sabes qué podemos hacer ahora? Vamos a jugar, fuera las tristezas y que entre la alegría.»

Laura, aunque todavía con el corazón un poco dolido, intentó sonreír. Su madre le devolvió una sonrisa radiante y la animó. «¡Ves! Esa es la sonrisa que quiero ver siempre. Es la sonrisa más bonita del mundo.»

Con el ánimo un poco mejor, Laura tomó la mano de su madre y juntas fueron hacia el área de juegos. Se subieron a los columpios, bajaron por el tobogán y, poco a poco, las risas de Laura comenzaron a llenar el aire nuevamente. Su tristeza fue desapareciendo, reemplazada por la alegría de pasar un rato especial con su mamá.

A lo lejos, Clara, quien había visto a Laura correr y llorar, se sintió mal por lo que había dicho sin darse cuenta. Con sus globos en la mano, se acercó tímidamente. «Laura, lo siento. No quise hacerte sentir mal. ¿Quieres jugar conmigo?», le dijo Clara, con una voz suave y sincera.

Laura la miró, y aunque todavía sentía algo de tristeza en su corazón, recordó las palabras de su mamá. Respiró hondo y sonrió. «Está bien, Clara. Sí, vamos a jugar juntas.»

Y así, Laura, Clara y la mamá de Laura pasaron el resto de la tarde jugando y riendo en el parque. A pesar de lo que había sucedido, Laura se dio cuenta de que siempre habría personas a su alrededor que la amaran, como su mamá, y que ser una buena amiga significaba también perdonar.

Conclusión:

Aquel día, Laura aprendió una valiosa lección: aunque no siempre todos nos inviten o nos incluyan, eso no define nuestro valor. Lo importante es rodearse de personas que nos quieren y nos aprecian por quienes somos. Y a veces, un buen abrazo y una tarde jugando en el parque pueden ser todo lo que necesitamos para encontrar de nuevo la alegría.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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