Había una vez, en una selva muy lejana, cinco amigos muy especiales: Elefante, León, Mono, Jirafa y Serpiente. Cada uno de ellos tenía habilidades únicas y también algunas debilidades, pero eso no les impedía disfrutar de su amistad y las aventuras en la selva.
Una mañana, los amigos decidieron salir de paseo. El sol brillaba y el cielo estaba azul. Elefante, el elefante grande y amistoso, lideraba el grupo. Elefante usaba su trompa para saludar a todos los animales que encontraban en el camino.
—¡Hola, Elefante! —gritó Mono, el mono juguetón y curioso—. ¿A dónde vamos hoy?
Elefante respondió con una gran sonrisa. —Vamos a explorar el río y luego visitaremos la pradera donde crecen las flores más bonitas. ¡Será una gran aventura!
León, el león fuerte y majestuoso, caminaba al lado de Elefante. León rugía de vez en cuando para mostrar su fuerza y proteger a sus amigos.
—Yo soy muy fuerte y puedo rugir muy fuerte —dijo León—. Pero a veces, me da miedo el agua. No sé nadar muy bien.
Mono, que siempre saltaba y jugaba, se colgó de una rama y se rió. —Yo puedo trepar árboles y balancearme de rama en rama, pero me cuesta mucho estar quieto. ¡No puedo quedarme en un solo lugar!
Jirafa, la jirafa alta y gentil, caminaba tranquilamente detrás de Mono. —Yo puedo alcanzar las hojas más altas de los árboles con mi largo cuello —dijo Jirafa—. Pero a veces, me siento un poco torpe porque mis patas son muy largas.
Serpiente, la serpiente sabia y resbaladiza, se deslizó suavemente junto a sus amigos. —Yo puedo moverme por los lugares más estrechos y esconderme muy bien —dijo Serpiente—. Pero a veces, me da miedo estar sola.
Los amigos continuaron su paseo por la selva, disfrutando de la compañía y aprendiendo unos de otros. Llegaron al río, donde Elefante mostró una de sus habilidades especiales. Elefante usó su trompa para rociar agua y todos se rieron y saltaron bajo la refrescante lluvia.
—¡Mira lo que puedo hacer! —dijo Elefante mientras lanzaba chorros de agua al aire.
León, que tenía un poco de miedo al agua, se acercó despacio al río. —Elefante, ¿puedes ayudarme a no tener miedo del agua? —preguntó León.
Elefante sonrió y usó su trompa para rociar suavemente a León. —Claro que sí, León. El agua es muy divertida. Solo tienes que mojarte un poco y verás que no es tan mala.
León se sintió más valiente y, poco a poco, empezó a disfrutar del agua. Los amigos pasaron un buen rato jugando y riendo junto al río. Luego, continuaron su camino hacia la pradera de flores.
Cuando llegaron a la pradera, Jirafa mostró su habilidad especial. Estiró su largo cuello y alcanzó las flores más altas y bonitas.
—¡Miren estas flores! —dijo Jirafa—. Son tan bonitas y huelen tan bien.
Mono, siempre curioso, saltó de rama en rama recogiendo flores y haciendo ramos para todos sus amigos.
—¡Gracias, Mono! —dijo Serpiente—. Me encanta el ramo que hiciste.
Serpiente, que a veces tenía miedo de estar sola, se sintió muy feliz de estar con sus amigos en la pradera. Decidió mostrarles una de sus habilidades especiales. Serpiente se deslizó por la hierba y encontró un pequeño agujero en el suelo.
—Miren esto —dijo Serpiente—. Puedo meterme en este agujero y esconderme muy bien.
Todos los amigos se maravillaron con las habilidades de Serpiente. —¡Eres increíble, Serpiente! —dijo León—. Todos tenemos algo especial que podemos hacer.
Después de un largo día de exploración y juegos, los amigos se sentaron juntos a descansar bajo la sombra de un gran árbol. Estaban cansados, pero muy felices. Elefante, León, Mono, Jirafa y Serpiente se dieron cuenta de que, aunque cada uno tenía habilidades y debilidades diferentes, juntos podían superar cualquier cosa.
Elefante miró a sus amigos y dijo —Hoy hemos aprendido algo muy importante. Aunque todos somos diferentes, nuestras habilidades se complementan y nos hacen más fuertes cuando estamos juntos.
León asintió y agregó —Y también aprendimos que no debemos tener miedo de nuestras debilidades, porque siempre podemos contar con nuestros amigos para ayudarnos.
Mono, siempre entusiasta, saltó y dijo —¡Sí! Y cuando trabajamos juntos, podemos hacer cosas increíbles.
Jirafa, con su voz suave, dijo —Y no debemos olvidar que ser diferentes es lo que nos hace especiales. Cada uno de nosotros tiene algo único que aportar.
Serpiente, feliz de estar rodeada de sus amigos, añadió —Y lo más importante es que siempre estaremos ahí el uno para el otro, sin importar las dificultades.
Con estas palabras de sabiduría, los amigos se despidieron del día y regresaron a sus hogares en la selva. Sabían que siempre tendrían nuevas aventuras y desafíos, pero lo enfrentarían juntos, apoyándose y aprendiendo unos de otros.
Desde entonces, Elefante, León, Mono, Jirafa y Serpiente fueron conocidos como los amigos más unidos y valientes de la selva. Su amistad y colaboración les permitió superar cualquier obstáculo y disfrutar de la vida en la hermosa selva que llamaban hogar.
Fin.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.