En un rincón del mundo, había un bosque encantado conocido como el Bosque de las Setas Sabias. Este lugar mágico estaba lleno de miles de setas de todos los colores y formas que crecían en armonía. Pero lo que hacía especial a este bosque no era solo su belleza, sino que cada seta tenía una personalidad única y un profundo conocimiento sobre los secretos de su especie.
Un día, una niña llamada Dosia decidió aventurarse en el bosque. Dosia era una niña curiosa con una gran sonrisa y un corazón lleno de amor por la naturaleza. Se calzó sus botas de goma, se puso un sombrero de paja y salió de su casa, emocionada por lo que podría descubrir.
Al entrar en el bosque, Dosia se quedó maravillada con los colores brillantes de las setas que la rodeaban. Había setas rojas con manchas blancas, setas amarillas que brillaban como el sol y setas azules que parecían hechas de cristal. Cada seta parecía tener su propia historia que contar. Mientras caminaba, escuchó risas y sonidos divertidos. Siguiendo el ruido, se encontró con un grupo de setas que estaban jugando.
“¡Hola! Soy Champiñón, y estas son mis amigas!”, dijo una seta de color marrón con una sonrisa amplia. “¿Quieres jugar con nosotros?”. Dosia sonrió y asintió. “¡Claro! Me encantaría”.
Las setas estaban jugando a un juego llamado “Atrapa la Luz”. Las setas más altas intentaban atrapar los destellos del sol que se filtraban a través de las hojas, mientras que las más pequeñas corrían a saltar y rodar por el suelo. Dosia se unió al juego, riendo y saltando junto a sus nuevos amigos. Pronto, se dio cuenta de que no solo estaban jugando, sino que también estaban aprendiendo sobre las diferentes formas en que cada seta podía brillar.
“¿Sabías que cada seta tiene su propio tipo de luz?”, explicó Seto Boletus, una seta sabia con gafas. “Algunas brillan con luz blanca, otras con luz amarilla y algunas incluso pueden brillar en la oscuridad. Todo depende de cómo se cuiden y del lugar donde crezcan”. Dosia escuchaba atentamente, fascinada por cada palabra que decía Seto Boletus.
Después de jugar un rato, las setas decidieron hacer una pausa. Mientras se acomodaban, una seta pequeña y traviesa llamada Rebollon Molón se acercó a Dosia. “¿Quieres escuchar un secreto?”, susurró Rebollon, moviendo su sombrero de manera juguetona. “Las setas tienen una gran reunión esta noche para compartir sus historias. ¡Tú podrías ser nuestra invitada especial!”.
Los ojos de Dosia brillaron de emoción. “¡Me encantaría ir!”, exclamó. “¿Dónde es la reunión?”. Rebollon Molón sonrió y le explicó que la reunión sería en un claro del bosque, donde las setas más viejas contarían historias de aventuras pasadas y compartirían su sabiduría.
Cuando el sol comenzó a ponerse, Dosia y las setas se dirigieron al claro. El lugar estaba iluminado por pequeñas luces brillantes, como estrellas que habían caído del cielo. Las setas se acomodaron en un círculo, y Dosia se sentó en medio de ellas, lista para escuchar.
La primera seta en hablar fue una seta anciana llamada Abuela Setalina. “He vivido muchos años en este bosque”, comenzó con una voz suave. “He visto cambios, he vivido aventuras y he aprendido a valorar cada instante”. Mientras contaba sus historias, las setas y Dosia escuchaban con atención, sumergidos en la magia de sus palabras.
Después de escuchar varias historias, Dosia se sintió inspirada y decidió que también quería compartir algo. “Quiero contarles sobre la gente del pueblo que ama cuidar este bosque. Ellos plantan flores y cuidan de los árboles”, dijo Dosia con entusiasmo. Las setas aplaudieron, encantadas de escuchar sobre la conexión entre su hogar y los humanos.
Al final de la reunión, Seto Boletus se acercó a Dosia. “Eres una niña muy especial, Dosia. Has traído mucha alegría y luz a nuestro bosque”, le dijo. “Nunca olvides la importancia de cuidar y proteger la naturaleza. Cada ser, ya sea humano o seta, tiene un papel en este mundo”.
Esa noche, Dosia regresó a casa con el corazón lleno de felicidad. Había hecho nuevos amigos, había aprendido sobre las setas y había compartido su propia historia. Al llegar, decidió que haría todo lo posible para ayudar a cuidar del bosque.
Los días pasaron, y Dosia visitaba regularmente el Bosque de las Setas Sabias. Se convirtió en una defensora de la naturaleza, organizando jornadas de limpieza y enseñando a otros niños sobre la importancia de cuidar el medio ambiente. Sus amigos, Champiñón, Seto Boletus y Rebollon Molón, siempre estaban a su lado, apoyando cada iniciativa con alegría.
Un día, mientras paseaban por el bosque, se encontraron con un grupo de cabras que estaban pastando cerca de unas setas. Las cabras, curiosas y juguetonas, comenzaron a acercarse a las setas, que se asustaron un poco. “¡No! ¡Esas son nuestras amigas!”, gritó Champiñón, tratando de proteger a las setas.
“Espera, Champiñón”, dijo Dosia. “Tal vez podamos hablar con las cabras y explicarles que deben ser amables”. Así que, acercándose con cuidado, Dosia les habló a las cabras sobre la importancia de las setas y cómo podían ayudar a que el bosque creciera sano y feliz.
Las cabras, al escuchar a Dosia, se detuvieron y la miraron con curiosidad. “No queremos hacer daño, solo tenemos hambre”, dijo una cabra llamada Capra. Dosia sonrió y tuvo una idea. “¿Qué tal si les mostramos a las cabras un lugar donde puedan comer hierbas frescas sin lastimar a nuestras amigas las setas?”. Las cabras, emocionadas por la propuesta, aceptaron con entusiasmo.
Dosia llevó a las cabras a una zona del bosque donde crecía hierba abundante. Las cabras estaban tan agradecidas que prometieron no acercarse más a las setas. “Juntos podemos vivir en armonía”, dijo Capra, moviendo la cabeza con aprobación. Desde ese día, las cabras y las setas se convirtieron en amigos, y el bosque se volvió un lugar aún más mágico.
Así, a través de pequeñas acciones, Dosia demostró que el amor y el respeto por la naturaleza podían unir a diferentes seres. Su valentía y su capacidad para resolver problemas hicieron que el bosque floreciera aún más, y las setas, las cabras y todos los animales vivieron felices.
Y así, en el Bosque de las Setas Sabias, la amistad y la aventura continuaron floreciendo, recordando a todos que cuidar de la naturaleza es una gran aventura que todos pueden disfrutar juntos.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.