Cuentos de Aventura

Sofi, Nico y Mica en el Bosque Mágico

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos cristalinos, una familia muy feliz. En esta familia vivían una niña llamada Sofi y su hermanito, un bebé adorable llamado Nico. Sofi tenía el cabello largo y castaño, y siempre usaba un vestido rosa que hacía juego con su dulce sonrisa. Nico, por su parte, tenía unos rizos dorados y unos ojos brillantes que parecían estrellas. Su sonrisa era contagiosa y llenaba de alegría a todos los que lo conocían.

Desde que Nico nació, Sofi se convirtió en su mejor amiga y protectora. Cada día, lo cuidaba con mucho amor, le enseñaba a dar sus primeros pasos y celebraba con entusiasmo cada pequeña palabra que balbuceaba. Juntos, pasaban horas jugando y explorando el jardín de su casa. Un día, mientras Sofi y Nico jugaban a la sombra de un gran árbol, escucharon un suave tintineo que provenía de entre las flores.

“¡Mira, Nico! ¿Qué será ese sonido?”, dijo Sofi, intrigada. Decidieron acercarse a investigar y, para su sorpresa, encontraron a una pequeña hada con alas brillantes y una varita mágica. “¡Hola! Soy Mica, vuestra hada madrina”, dijo la pequeña hada con una voz melodiosa. Mica llevaba un vestido verde que resplandecía con destellos mágicos y tenía una sonrisa tan cálida como el sol.

Sofi y Nico se quedaron maravillados. “¡Hola, Mica! ¿Eres realmente un hada?”, preguntó Sofi con los ojos muy abiertos. Mica asintió y dijo: “Sí, y estoy aquí para llevaros a una gran aventura en el Bosque Mágico. ¿Os gustaría venir conmigo?”. Nico, aunque no entendía del todo, rió y agitó sus manitas, mostrando su entusiasmo.

Mica agitó su varita y, en un abrir y cerrar de ojos, los tres se encontraron en un lugar maravilloso. El Bosque Mágico estaba lleno de árboles altos con hojas de colores, flores que cantaban suaves melodías y mariposas que danzaban en el aire. Un riachuelo de agua cristalina serpenteaba por el bosque, reflejando el cielo azul y las nubes algodonosas.

Sofi tomó la mano de Nico y juntos siguieron a Mica, que les guiaba con su varita mágica. “Vamos a explorar, chicos. Aquí en el Bosque Mágico, todo es posible”, dijo Mica con una sonrisa traviesa. Empezaron a caminar y pronto encontraron un grupo de ardillas que jugaban a lanzarse bellotas. Las ardillas saludaron a Sofi, Nico y Mica con alegres chillidos y los invitaron a jugar con ellas.

Nico, encantado, intentó imitar a las ardillas, aunque todavía era un poco torpe. Sofi le ayudó, y pronto ambos estaban riendo y corriendo detrás de las ardillas. Mica se unió al juego, usando su magia para hacer que las bellotas se movieran de manera divertida, haciendo que todos se rieran aún más.

Después de jugar con las ardillas, continuaron su aventura y llegaron a un prado lleno de flores gigantes. “¡Mira, Nico! Estas flores son más grandes que nosotros”, exclamó Sofi, maravillada. Mica les explicó que esas flores mágicas podían cambiar de color con solo tocarlas. Sofi tocó una flor y esta se volvió rosa, el color favorito de Sofi. Nico, con su curiosidad infantil, tocó otra flor y se volvió azul, haciéndolo reír de alegría.

Siguieron explorando el prado y encontraron un árbol muy especial. Era un árbol de cuentos, cuyas hojas contaban historias mágicas con solo susurrarles. Mica animó a Sofi y a Nico a sentarse bajo el árbol. “Este árbol es muy antiguo y conoce muchas historias. Vamos a escuchar una”, dijo Mica mientras se acomodaba entre las raíces del árbol.

El árbol comenzó a susurrar una historia sobre un valiente caballero y un dragón amistoso. Sofi y Nico escuchaban con atención, imaginando las aventuras del caballero y su nuevo amigo dragón. Mientras escuchaban, las hojas del árbol brillaban con luz dorada, y en sus mentes, podían ver los paisajes y los personajes de la historia como si estuvieran allí mismo.

Cuando la historia terminó, Mica dijo: “El Bosque Mágico está lleno de historias y aventuras. Siempre podéis volver aquí para descubrir más”. Sofi sonrió y abrazó a su hermanito. “Gracias, Mica. Este lugar es maravilloso”, dijo con gratitud.

El sol empezaba a ponerse, tiñendo el cielo de colores cálidos. Mica les dijo que era hora de volver a casa. Agitó su varita mágica y, en un instante, se encontraron de nuevo en el jardín de su casa. Sofi y Nico miraron a su alrededor, aún sintiendo la magia del bosque en sus corazones. “¿Fue todo un sueño?”, preguntó Sofi. Pero al ver una pequeña flor azul en la mano de Nico, supo que había sido real.

Mica se despidió de ellos con una sonrisa. “Recordad, siempre podéis llamarme cuando queráis volver a una aventura. Yo siempre estaré cerca”. Con un suave tintineo, Mica desapareció entre las flores.

Esa noche, Sofi y Nico se fueron a dormir muy felices, soñando con las maravillas del Bosque Mágico. Sabían que, mientras tuvieran a Mica, siempre habría nuevas aventuras esperándolos. Y así, en un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos cristalinos, dos hermanos vivieron felices, sabiendo que la magia y la aventura siempre estarían a su alcance. Y colorín colorado, este cuento de aventura se ha acabado.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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