Cuentos de Aventura

Clarita y su Ovejita en el Jardín de los Sueños

Lectura para 1 año

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez una pequeña niña llamada Clarita que estaba a punto de cumplir un año. Clarita tenía rizos dorados y unos ojos grandes y azules que brillaban como el cielo. Ella vivía en una casa bonita con su mamá, su papá y su mascota especial, una ovejita de peluche llamada Ovejita. Clarita y Ovejita eran inseparables. A donde iba Clarita, Ovejita la seguía, ya fuera a la cocina, al parque o a la cama.

El día del primer cumpleaños de Clarita, su mamá y su papá organizaron una gran fiesta. Había globos de colores, una torta deliciosa y muchos amigos y familiares. Entre ellos, estaba su primito Camilo, un bebé más chiquito que Clarita. Camilo tenía una carita redonda y unos ojos que reflejaban pura ternura. Aunque era más pequeño, Clarita siempre cuidaba de él y le mostraba sus juguetes.

Después de jugar y reírse mucho en la fiesta, llegó la hora de dormir. Clarita, ya cansada, abrazó a Ovejita y se quedó dormida en su cuna. Pero esa noche, algo mágico ocurrió. Mientras Clarita dormía, Ovejita cobró vida. La pequeña ovejita se movió suavemente y susurró al oído de Clarita: “Vamos a una aventura en el Jardín de los Sueños”.

De repente, Clarita y Ovejita se encontraron en un jardín mágico lleno de flores coloridas, mariposas brillantes y un arcoíris que cruzaba el cielo. Clarita miraba todo con asombro mientras sostenía la manita de Ovejita. “¡Mira, Ovejita, qué bonito es todo!”, exclamó Clarita. Ovejita asintió y dijo: “Vamos a explorar, Clarita. Hay tantas cosas por descubrir”.

Caminaron juntas por el jardín, sintiendo el césped suave bajo sus pies. Las flores parecían cantar una melodía dulce y las mariposas danzaban a su alrededor. De pronto, encontraron un riachuelo de agua cristalina. Clarita se agachó para tocar el agua y se dio cuenta de que estaba tibia y era tan clara que podía ver los pececitos nadando felices.

“¡Vamos a seguir el riachuelo!”, sugirió Ovejita. Y así lo hicieron. Mientras caminaban, encontraron un puente hecho de pétalos de rosa. Lo cruzaron y llegaron a un campo lleno de árboles frutales. Clarita vio manzanas, peras, y bananas, y no pudo resistir la tentación de probar una. “Mmm, qué rica está”, dijo Clarita con una sonrisa.

En ese momento, escucharon una voz suave que decía: “¡Hola, Clarita! ¡Hola, Ovejita!”. Era una hada pequeña con alas brillantes como las estrellas. “Soy Lila, el hada del Jardín de los Sueños. Bienvenidas a mi hogar”. Clarita y Ovejita estaban encantadas. “Hola, Lila. Tu jardín es hermoso”, dijo Clarita. Lila sonrió y respondió: “Gracias, Clarita. Aquí, todos los sueños se hacen realidad”.

Lila llevó a Clarita y a Ovejita a un rincón especial del jardín donde había un columpio hecho de ramas y flores. “Sube, Clarita. Este columpio te llevará a volar entre las nubes”, dijo Lila. Clarita, emocionada, se sentó en el columpio y Ovejita se acomodó en su regazo. Con un suave empujón, comenzaron a balancearse y, para su sorpresa, el columpio se elevó por el aire.

Volaron entre las nubes esponjosas, riendo y disfrutando de la vista. Desde arriba, podían ver todo el Jardín de los Sueños. “¡Mira, Ovejita, todo se ve tan pequeño desde aquí!”, dijo Clarita. Ovejita se acurrucó más cerca y le respondió: “Sí, Clarita. Es como si pudiéramos tocar las estrellas”.

Después de un rato, el columpio los llevó de vuelta al jardín. Lila estaba esperándolos con una corona de flores para Clarita y una pequeña capa mágica para Ovejita. “Estas son para ustedes, en recuerdo de su aventura en el Jardín de los Sueños”, dijo Lila mientras colocaba la corona en la cabeza de Clarita y la capa en Ovejita.

Clarita estaba tan feliz que le dio un gran abrazo a Lila. “Gracias, Lila. Este es el mejor regalo de cumpleaños”, dijo. Lila sonrió y le respondió: “Siempre serás bienvenida aquí, Clarita. Recuerda que este jardín está dentro de tus sueños, y siempre que quieras volver, solo tienes que cerrar los ojos y soñar”.

El tiempo pasó volando y pronto llegó la hora de volver a casa. Lila guió a Clarita y a Ovejita de vuelta a la entrada del jardín. “Adiós, Clarita. Adiós, Ovejita. Hasta la próxima aventura”, se despidió Lila, agitando su varita mágica. Con un parpadeo, Clarita y Ovejita se encontraron de nuevo en su habitación.

Clarita se despertó y vio a Ovejita, ahora inmóvil como siempre, a su lado. “¿Fue todo un sueño?”, se preguntó. Pero al mirar la corona de flores sobre su mesita de noche, supo que había sido real. Abrazó a Ovejita y sonrió. “Gracias por la aventura, Ovejita. Fue el mejor cumpleaños”.

A la mañana siguiente, Clarita corrió a contarle a sus papás y a su primito Camilo sobre su increíble sueño en el Jardín de los Sueños. Sus papás sonrieron y le dijeron que todos los sueños bonitos pueden hacerse realidad si uno los lleva en su corazón.

Desde ese día, Clarita siempre recordaba su aventura con Ovejita y cada noche, antes de dormir, cerraba los ojos y soñaba con volver al Jardín de los Sueños, donde las flores cantan, las mariposas bailan y las estrellas están al alcance de la mano. Y colorín colorado, este cuento de aventura se ha acabado.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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