Cuentos de Aventura

Valery, María y Juan en el Mundo sin Matemáticas

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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Había una vez tres amigos inseparables: Valery, María y Juan. Valery era una niña con largos cabellos rubios y brillantes ojos verdes, siempre curiosa y lista para cualquier aventura. María, por su parte, tenía una melena de rizos castaños y ojos marrones llenos de determinación, era la más creativa del grupo. Juan, el más estudioso, tenía el cabello negro y usaba gafas, siempre llevaba consigo un pequeño cuaderno para anotar sus ideas y observaciones.

Un día, mientras exploraban el bosque detrás de su escuela, encontraron algo extraño: un libro antiguo que parecía estar esperando ser descubierto. La cubierta estaba hecha de cuero viejo, y en letras doradas se leía: «El Misterio del Mundo sin Matemáticas». Intrigados, los tres amigos se sentaron en un claro del bosque y comenzaron a leer.

A medida que pasaban las páginas, el aire a su alrededor comenzó a cambiar. Las hojas del libro parecían brillar, y de repente, los tres niños sintieron un tirón, como si algo los estuviera absorbiendo. Antes de que pudieran reaccionar, se encontraron en un lugar completamente diferente. Estaban de pie en una isla flotante, rodeada de otras islas que parecían desafiar las leyes de la física. Todo a su alrededor era vibrante y surrealista: había relojes sin números, libros con páginas en blanco, y reglas que se doblaban y retorcían sin sentido alguno.

Valery, María y Juan miraron a su alrededor, sorprendidos. «¿Dónde estamos?» preguntó María, tratando de procesar lo que veía. «Creo que estamos dentro del libro,» respondió Juan, ajustando sus gafas. «Este debe ser el Mundo sin Matemáticas.»

A medida que exploraban, se dieron cuenta de que nada en este mundo seguía las reglas que conocían. Los caminos flotaban en el aire, los edificios no tenían simetría y las sombras no correspondían con los objetos que las proyectaban. Era un lugar donde la lógica y las matemáticas no existían, y todo parecía estar desordenado.

«¿Cómo es posible que un mundo funcione sin matemáticas?» preguntó Valery, mirando una escalera que subía en círculos pero nunca llegaba a ninguna parte. «Todo parece tan… caótico.»

Mientras caminaban, los tres amigos encontraron a un hombre mayor sentado en un banco hecho de números desordenados. Tenía una larga barba blanca y un sombrero puntiagudo. «¡Ah, visitantes! No tenemos muchos de esos por aquí,» dijo el hombre con una sonrisa. «Me llamo Numerio, y soy el guardián de este mundo. Pero desde que las matemáticas desaparecieron, todo se ha vuelto un desastre.»

«¿Qué ocurrió con las matemáticas?» preguntó Juan, siempre curioso por aprender más.

Numerio suspiró. «Hace mucho tiempo, este mundo era un lugar de equilibrio y orden. Las matemáticas mantenían todo en su lugar: las estructuras, el tiempo, incluso las estrellas en el cielo. Pero un día, una antigua profecía se cumplió. Decía que cuando los habitantes de este mundo dejaran de valorar las matemáticas, estas desaparecerían, y el caos reinaría. Eso es lo que ha pasado aquí.»

«¿Y hay alguna manera de devolver las matemáticas?» preguntó María, siempre dispuesta a resolver un problema.

Numerio asintió. «Existe una manera, pero no será fácil. Deben encontrar los seis Fragmentos de la Razón, que están escondidos en diferentes partes de este mundo. Cuando los junten, las matemáticas volverán, y el equilibrio será restaurado.»

Sin dudarlo, los tres amigos decidieron ayudar. Numerio les dio un mapa, aunque en este mundo, los mapas no seguían las reglas normales: las rutas se movían, las islas cambiaban de lugar, y a veces los caminos simplemente desaparecían.

«Confíen en su instinto, y trabajen juntos,» les dijo Numerio. «Eso es lo más importante.»

La primera parada fue en la Isla de las Horas. Aquí, el tiempo estaba completamente descontrolado. Los relojes en las torres giraban sin parar, y las sombras se movían a su antojo. Para encontrar el primer Fragmento, tenían que resolver un acertijo que involucraba el tiempo, pero sin números, era un desafío. Finalmente, Valery recordó algo que su abuelo le había enseñado sobre cómo leer el sol y las sombras, y con esa idea, lograron que el primer Fragmento apareciera.

El segundo Fragmento estaba en la Isla de la Geometría Perdida. Aquí, los edificios estaban inclinados, las calles eran un laberinto imposible, y las formas geométricas no encajaban en ningún lugar. María, con su creatividad, tuvo la idea de usar los reflejos en los espejos distorsionados para alinear las formas y, con mucho esfuerzo, lograron encontrar el segundo Fragmento.

En la tercera isla, la Isla del Caos Musical, los sonidos estaban completamente desordenados. Las notas flotaban en el aire, y las melodías no tenían ningún sentido. Juan, con su conocimiento de música, propuso crear una secuencia lógica utilizando patrones de sonidos repetitivos. Después de varios intentos, lograron sincronizar las notas, y el tercer Fragmento se reveló.

La cuarta isla, la Isla de las Cifras Desaparecidas, era un lugar donde los números eran solo sombras de lo que habían sido. Los tres amigos tuvieron que resolver un complejo rompecabezas usando solo las sombras y la intuición. Trabajando juntos, lograron restaurar los números perdidos y obtuvieron el cuarto Fragmento.

La penúltima isla, la Isla de las Estrellas Caídas, presentaba un desafío en el cielo. Las constelaciones estaban desordenadas, y las estrellas caían sin razón. Usando su conocimiento del cielo nocturno, Valery, María y Juan tuvieron que reorganizar las estrellas, devolviéndolas a sus posiciones correctas. Al hacerlo, el quinto Fragmento apareció.

Finalmente, llegaron a la última isla, la Isla del Pensamiento Abstracto. Aquí, todo era una mezcla de conceptos que no parecían tener conexión. Tenían que encontrar patrones y lógica en el caos, lo que requería todo su ingenio y colaboración. Después de muchas discusiones y ensayos, lograron unir las ideas y descubrir el último Fragmento.

Con los seis Fragmentos de la Razón reunidos, los tres amigos regresaron a Numerio, quien los esperaba en la isla central. «Han hecho un trabajo maravilloso,» dijo con gratitud en su voz. «Ahora, deben colocar los Fragmentos en el Círculo de la Razón.»

Los tres niños hicieron lo que se les pidió. Mientras colocaban los Fragmentos en el círculo, una luz brillante emanó de ellos, y el caos que los rodeaba comenzó a desvanecerse. Los relojes volvieron a funcionar correctamente, las formas geométricas se estabilizaron, y las estrellas brillaron con su antigua claridad.

«Las matemáticas han vuelto,» dijo Numerio con una sonrisa. «Y con ellas, el equilibrio ha sido restaurado. Este mundo está en deuda con ustedes.»

Valery, María y Juan sonrieron, contentos de haber ayudado a restaurar el orden. Numerio les agradeció una vez más y les dio un último consejo: «Nunca subestimen el poder de las matemáticas. Son la base de todo lo que conocemos.»

Con esas palabras, los tres amigos sintieron el mismo tirón que los había traído a este mundo, y antes de darse cuenta, estaban de vuelta en el claro del bosque, con el libro antiguo frente a ellos.

«¿Creen que realmente sucedió?» preguntó María, aún un poco asombrada.

Juan asintió, mirando el libro con una sonrisa. «Definitivamente sucedió. Y nunca volveré a ver las matemáticas de la misma manera.»

Valery guardó silencio por un momento, luego sonrió y dijo: «Vamos a casa. Creo que tenemos mucho que contar.»

Los tres amigos regresaron a casa, más sabios y con una nueva apreciación por las matemáticas y la aventura. Desde ese día, no solo fueron grandes estudiantes de matemáticas, sino también los héroes que devolvieron el equilibrio a un mundo donde las reglas habían sido olvidadas.

Fin.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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