Cuentos de Brujas

El misterio del gineceo de las musas

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Una noche del mes de marzo, cuando el viento susurraba secretos antiguos y la luna llena iluminaba el camino, Fenice se aventuró con paso decidido hacia el gineceo de las musas de la matriarca Enigma. Este lugar, envuelto en un halo de misterio y magia, era conocido por ser el santuario donde las jóvenes aprendices de brujas recibían las enseñanzas más profundas y antiguas. Fenice, con su cabello largo y suelto y su mirada curiosa, había soñado con este momento desde que tenía memoria.

El gineceo se alzaba imponente en medio de la aldea Leafar, la más importante de todas, donde los sueños podían hacerse realidad si se tenía la determinación suficiente. Al llegar a la puerta, Fenice sintió una mezcla de nerviosismo y emoción. Sabía que detrás de esas puertas la esperaba el misterio de las brujas, un enigma que solo podría resolver con valentía y corazón puro.

Empujó la puerta de madera tallada con símbolos arcanos y entró en una sala iluminada por la luz de mil velas. En el centro, sobre un trono de raíces y flores, se encontraba la matriarca Enigma. Con su cabello canoso y sus ojos brillantes, Enigma emanaba una sabiduría ancestral. Sus ropas, adornadas con símbolos mágicos, reflejaban la luz de las velas creando un espectáculo de sombras danzantes.

«Bienvenida, Fenice», dijo Enigma con una voz suave pero poderosa. «Te estábamos esperando.»

Fenice se arrodilló respetuosamente ante la matriarca. «Es un honor estar aquí, madre Enigma. He venido para aprender y formar parte de la nueva generación de mujeres de la aldea Leafar.»

Enigma asintió y le hizo una señal para que se levantara. «El camino que has elegido no es fácil, pero veo en tus ojos la determinación de alguien que está dispuesta a enfrentar cualquier desafío. La magia de Leafar no es solo un don, es una responsabilidad.»

Con un gesto, Enigma invitó a Fenice a seguirla. Atravesaron un jardín encantado donde las flores susurraban canciones antiguas y las criaturas mágicas se deslizaban entre los arbustos. Llegaron a una fuente de agua cristalina que reflejaba el cielo estrellado. Enigma se detuvo y, señalando el agua, dijo: «Aquí es donde comienza tu verdadera prueba. Debes mirarte en el reflejo y enfrentar tu verdadero yo.»

Fenice se inclinó sobre la fuente y miró su reflejo. Al principio, solo vio su rostro, pero poco a poco, las imágenes comenzaron a cambiar. Vio sus miedos, sus inseguridades, pero también su valentía y su deseo de aprender. Fue un enfrentamiento duro, pero no apartó la mirada.

Enigma observaba en silencio, asintiendo con aprobación. «Has pasado la primera prueba, Fenice. Has demostrado que puedes enfrentarte a ti misma sin miedo. Ahora, debes seguir adelante.»

Continuaron su camino hasta llegar a un círculo de piedras antiguas. En el centro, había un altar con un libro encuadernado en cuero. Enigma le explicó que este era el Libro de las Sombras, donde se registraban todos los conjuros y secretos de la aldea. Fenice debía aprender a leerlo y comprender sus enseñanzas.

Durante las siguientes semanas, Fenice se dedicó por completo a estudiar el libro. Cada página revelaba conocimientos profundos sobre la naturaleza, los elementos y la magia. Enigma le enseñó con paciencia, mostrándole cómo canalizar su energía y usarla para el bien de la aldea.

Una noche, mientras practicaba un conjuro, Fenice sintió una perturbación en el aire. Una sombra oscura se deslizó entre los árboles, acercándose sigilosamente. Fenice se preparó para enfrentarlo, recordando las enseñanzas de Enigma. Usó un hechizo de protección y, con determinación, se enfrentó a la sombra.

La sombra se materializó en la forma de una bruja oscura, una exiliada que buscaba vengarse de Leafar. Fenice, con su recién adquirida confianza y habilidad, logró contener a la bruja y revertir su hechizo. Con un último esfuerzo, envió a la bruja de vuelta al exilio.

Al amanecer, Fenice se presentó ante Enigma, agotada pero triunfante. «Lo hice, madre Enigma. Protegí a la aldea.»

Enigma sonrió con orgullo. «Has demostrado ser digna de formar parte de la nueva generación de mujeres de Leafar. Has enfrentado tus miedos, has aprendido con humildad y has protegido a nuestra gente. Eres una verdadera bruja de Leafar.»

Fenice, con el corazón lleno de alegría y satisfacción, supo que había encontrado su lugar en el mundo. La aldea Leafar, con sus sueños y misterios, era ahora su hogar. Y con la guía de Enigma, sabía que podría enfrentar cualquier desafío que el futuro le deparara.

Y así, la joven bruja Fenice comenzó su viaje como guardiana de los secretos de Leafar, sabiendo que el verdadero poder residía en el conocimiento y la valentía. La aldea prosperó bajo su protección, y las leyendas de su valentía y sabiduría se contaron por generaciones.

Fin.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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