En una ciudad futurista, llena de rascacielos brillantes y vehículos voladores, vivía un policía valiente llamado Andrés. Andrés era conocido en toda la ciudad por su valentía y dedicación. Su trabajo principal era cuidar el Banco Central, una estructura imponente con paredes de cristal y luces azules que brillaban en la noche como estrellas en la Tierra.
Una noche, mientras Andrés hacía su ronda habitual alrededor del banco, notó algo extraño. Había una figura sospechosa merodeando cerca de la entrada. Andrés se acercó con cautela, usando su visor infrarrojo para ver a través de la oscuridad. La figura resultó ser un robot, claramente modificado para parecer un humano. Sin duda, alguien lo estaba controlando desde las sombras.
Andrés se acercó al robot y le preguntó con voz firme: «¿Qué haces aquí a estas horas?» El robot, con movimientos torpes, intentó evadir la pregunta. Andrés, sin perder la calma, activó su comunicador y envió una señal de alerta al cuartel general de la policía.
De repente, una explosión sacudió el aire. Una de las paredes del banco había sido volada y varios individuos en trajes negros entraron corriendo. Andrés sabía que estaba ante un intento de robo, y no cualquier robo, sino uno de alta tecnología.
Andrés corrió hacia la entrada del banco, su pistola láser en mano. Disparó un par de veces al aire, intentando ahuyentar a los ladrones. Sin embargo, estos estaban preparados y respondieron con disparos de armas que Andrés nunca había visto antes. Rayos de luz verde y azul cruzaban el aire mientras Andrés se cubría detrás de una columna.
Recordando su entrenamiento, Andrés decidió usar la tecnología a su favor. Sacó una pequeña esfera de su cinturón y la lanzó al centro del banco. La esfera explotó en un campo electromagnético que desactivó temporalmente todas las armas electrónicas. Los ladrones, sorprendidos, dejaron caer sus armas y comenzaron a huir.
Andrés no iba a permitir que escaparan tan fácilmente. Activó sus botas de propulsión y se lanzó tras ellos. La persecución fue intensa, cruzando calles y saltando sobre techos. Finalmente, alcanzó al líder de los ladrones, un hombre con un visor oscuro que ocultaba su rostro. Sin embargo, cuando Andrés lo derribó, descubrió que también era un robot.
«¿Quién está detrás de esto?» se preguntaba Andrés mientras esposaba al robot. De repente, su comunicador zumbó y una voz conocida habló. Era el Capitán Ramírez, su superior. «Andrés, tenemos información de que el verdadero cerebro detrás de este robo está en un edificio cercano. Envía a los robots al cuartel y dirígete allí inmediatamente.»
Andrés obedeció y se dirigió al edificio indicado. Al llegar, encontró una puerta oculta detrás de una pared holográfica. Entró con cautela, su pistola láser lista. Dentro, encontró a un hombre sentado frente a una consola llena de pantallas. Era Yender, un genio criminal conocido por sus habilidades en tecnología.
Yender sonrió al ver a Andrés. «Sabía que vendrías, oficial. Pero llegas tarde, el dinero ya no está aquí.» Andrés no se dejó intimidar. «Tu robo ha fallado, Yender. Tus robots están desactivados y tu plan descubierto.»
Yender se levantó lentamente, sin perder la compostura. «Tal vez, pero siempre hay una próxima vez, Andrés. Siempre hay una próxima vez.» Con un movimiento rápido, activó un dispositivo en su muñeca y desapareció en un destello de luz.
Andrés suspiró, sabiendo que Yender había escapado por ahora. Pero también sabía que había ganado esta batalla. Regresó al banco para asegurarse de que todo estuviera bajo control y se reunió con sus compañeros. «Buen trabajo, Andrés,» dijo el Capitán Ramírez al llegar. «Gracias a ti, la ciudad está a salvo una vez más.»
Andrés sonrió, satisfecho con su trabajo. Sabía que mientras él estuviera allí, ningún ladrón, humano o robot, podría amenazar la seguridad de su ciudad. Y así, bajo las estrellas y las luces brillantes de la ciudad futurista, Andrés volvió a su puesto, listo para enfrentar cualquier desafío que viniera.
La noche continuó tranquila, con el Banco Central resplandeciendo como un faro de seguridad en la oscuridad. Andrés, siempre vigilante, sabía que mientras él estuviera allí, la paz prevalecería en su querida ciudad futurista. Y aunque Yender había escapado, Andrés estaba seguro de que sus caminos se cruzarían de nuevo. Pero hasta entonces, seguiría protegiendo a su ciudad con todo su corazón y determinación.
Fin.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.