En un pequeño pueblo rodeado de colinas y un bosque espeso, Bruno y Gina, dos amigos inseparables de trece años, desaparecieron misteriosamente. La noticia se esparció rápidamente, generando todo tipo de rumores. Algunos decían que habían escapado por tener una relación secreta, mientras otros temían lo peor. Pero la verdad era mucho más extraordinaria.
La historia comienza dos días antes, cuando Bruno y Gina, ambos apasionados por la ciencia y la aventura, decidieron explorar una parte del bosque que decían estaba embrujada. Armados con mochilas llenas de gadgets, se adentraron en el corazón del bosque sin imaginar lo que encontrarían.
Al caer la noche, mientras se adentraban cada vez más, un resplandor azul los atrajo hacia una zona donde los árboles parecían brillar con luz propia. Fascinados, se acercaron y descubrieron un extraño artefacto semi-enterrado en el suelo, parecido a un portal. Sin saberlo, activaron el mecanismo y fueron transportados a otro mundo.
Al abrir los ojos, se encontraron en una versión alternativa de su propio bosque, pero este estaba lleno de plantas luminosas y criaturas que parecían sacadas de un sueño. Bruno, siempre curioso, comenzó a examinar su entorno con su mochila de gadgets, mientras que Gina, más cautelosa, sacó un mapa holográfico para intentar ubicarse.
Pronto se dieron cuenta de que no estaban solos. Un grupo de seres extraños, mitad humanos, mitad máquina, apareció rodeándolos. Estos seres, llamados los Guardianes del Bosque de Luces, eran protectores de ese mundo paralelo. Les explicaron que el portal era una puerta entre dimensiones que solo se abría cada mil años y que ellos habían sido elegidos para una misión especial.
Los Guardianes les revelaron que su mundo estaba en peligro debido a una entidad oscura que estaba consumiendo la luz del bosque, y solo Bruno y Gina, con su ingenio y valentía, podrían ayudar a detenerla. A cambio, los Guardianes prometieron ayudarlos a regresar a su mundo.
Aventurándose más allá, encontraron la fuente del mal, un gigantesco ser de sombras que se alimentaba de la energía del bosque. Con la ayuda de sus gadgets y el conocimiento de los Guardianes, idearon un plan para derrotarla. Bruno construyó un dispositivo para amplificar la luz del bosque, mientras que Gina utilizó su habilidad para crear hologramas distrayendo al ser de sombras.
La batalla fue épica. Mientras Bruno activaba el dispositivo, Gina y los Guardianes luchaban valientemente contra las sombras. Con un destello de luz intensa, lograron disipar la oscuridad, salvando el Bosque de Luces. El ser de sombras se desvaneció, y la paz regresó al bosque.
Los Guardianes, agradecidos, cumplieron su promesa y reactivaron el portal. Antes de partir, les entregaron a Bruno y Gina dos cristales luminosos como símbolo de su valentía y amistad. Al atravesar el portal, se encontraron de nuevo en su mundo, justo donde habían desaparecido.
Al regresar al pueblo, decidieron mantener su aventura en secreto, sabiendo que nadie les creería. Sin embargo, guardaron los cristales como prueba de su increíble viaje y de la existencia de un mundo más allá de lo imaginado.
Bruno y Gina continuaron siendo los mejores amigos, compartiendo un secreto que los unía aún más. Aprendieron que la verdadera aventura reside en la amistad, el coraje y la curiosidad por lo desconocido. El Bosque de Luces permaneció en sus corazones, recordándoles que siempre hay algo más allá de lo que nuestros ojos pueden ver.
Y así, cada vez que pasaban por el bosque, miraban con una sonrisa cómplice, sabiendo que habían sido parte de algo extraordinario, un misterio que siempre guardarían solo para ellos.
Después de su regreso, la vida en el pueblo volvió a la normalidad, pero para Bruno y Gina, todo había cambiado. Los cristales que los Guardianes les habían dado empezaron a emitir un suave resplandor cada vez que se acercaban al bosque, como si los llamara.
Una tarde, decidieron seguir el brillo de los cristales, guiándolos a una parte desconocida del bosque. Allí, encontraron una cueva oculta tras una cascada luminosa. Dentro de la cueva, descubrieron murales antiguos que contaban la historia de los Guardianes y el Bosque de Luces, revelando que habían sido protectores de múltiples mundos a lo largo de los siglos.
Mientras exploraban, los cristales se iluminaron intensamente, revelando una puerta oculta en la cueva. Al abrirla, se encontraron con un laboratorio abandonado lleno de artefactos y libros antiguos. Entre ellos, hallaron un diario que pertenecía a un científico que había trabajado con los Guardianes hace muchos años. El diario hablaba de un proyecto para crear portales entre mundos, pero advertía sobre los peligros de alterar el equilibrio entre las dimensiones.
Intrigados por estos descubrimientos, Bruno y Gina decidieron investigar más. Utilizando los conocimientos adquiridos en el Bosque de Luces y los recursos del laboratorio, empezaron a experimentar con la tecnología de los portales.
No pasó mucho tiempo antes de que activaran accidentalmente uno de los portales, abriendo una puerta a un nuevo mundo. Este mundo era radicalmente diferente, un desierto vasto bajo un cielo de dos soles. Allí conocieron a una tribu de seres pacíficos que vivían en armonía con su entorno, pero que estaban amenazados por una inminente catástrofe natural.
Bruno y Gina, recordando su promesa a los Guardianes de ayudar a mantener el equilibrio, decidieron ayudar a la tribu. Con su ingenio y los conocimientos adquiridos, desarrollaron un plan para salvar el mundo de la tribu de la catástrofe. Construyeron estructuras para recolectar agua y diseñaron sistemas para proteger a la tribu del implacable sol.
Después de días de arduo trabajo y cooperación con la tribu, su plan dio frutos, salvando al mundo del desastre. La tribu, agradecida, les ofreció a Bruno y Gina conocimientos antiguos sobre las estrellas y los secretos del universo.
Regresaron a su mundo justo a tiempo para no levantar sospechas en el pueblo. Con cada viaje, aprendían más sobre la responsabilidad de tener tal poder y sobre la importancia de ayudar a otros, sin importar en qué mundo se encontraran.
Con el tiempo, Bruno y Gina se convirtieron en guardianes no oficiales de los portales, asegurándose de que se mantuviera el equilibrio entre los mundos y ayudando a aquellos que lo necesitaban. Aunque para los demás eran solo dos adolescentes comunes, ellos sabían que eran mucho más que eso. Eran exploradores de mundos desconocidos, protectores de la armonía universal, unidos por una amistad inquebrantable y aventuras que iban más allá de la imaginación.
Y así, cada vez que se adentraban en el bosque, sabían que no era solo un lugar de árboles y sombras, sino una puerta a innumerables aventuras y misterios, un recordatorio constante de que siempre hay algo nuevo que descubrir, siempre hay un nuevo desafío que enfrentar, y siempre, siempre hay una nueva historia que contar.
Cuentos cortos que te pueden gustar
La Aventura Intergaláctica de Jose, Gisell y Steven
Joaquín y la Aventura Estelar
La rebelión del futuro
Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.