En el pueblo de Alborada, vivían tres amigos que todos conocían como los guardianes de la alegría: Ricardo, con su gorra roja siempre ladeada; Titi, el perrito faldero con un collar de campanillas; y Nemi, el pez dorado que nadaba en una pecera flotante que Ricardo llevaba a todas partes.
Juntos, vivían aventuras que los niños del pueblo solo podían soñar. Desde escalar la Gran Colina para ver el amanecer hasta correr por los prados persiguiendo mariposas de colores que parecían pintadas por el mismo arcoíris.
Un día, una noticia llegó al pueblo como una hoja llevada por el viento. Ricardo tenía que mudarse a una ciudad lejana porque su papá había encontrado un nuevo trabajo. La noticia sacudió el alma de los tres amigos.
La noche antes de la partida, Ricardo, Titi y Nemi se reunieron en su lugar favorito, el parque bajo el árbol más grande que había visto crecer sus juegos y secretos.
«Prometan que nunca olvidarán las aventuras que compartimos», dijo Ricardo, con una sonrisa que escondía una tristeza grande como el cielo nocturno.
Titi, con sus ojitos brillantes y su cola que apenas se movía, ladró suave, como si sus palabras pudieran abrazar a Ricardo y decirle que nada podría hacerle olvidar.
Nemi, con sus aletas moviéndose suavemente, creó burbujas que ascendían como pequeñas promesas de recuerdos eternos.
El amanecer los encontró aún juntos, observando cómo el cielo se pintaba de colores y cómo un nuevo día comenzaba, a pesar del adiós que se cernía sobre ellos.
Y entonces, justo cuando el sol asomaba, una luz especial envolvió a los tres amigos. Una hada del amanecer apareció, tocando sus cabezas con su varita.
«El vínculo que han creado es más fuerte que cualquier distancia», dijo el hada. «Por eso, les concedo el don de estar siempre juntos en sus sueños. Cada vez que uno de ustedes mire al cielo y vea la primera estrella de la noche, sabrá que sus amigos están ahí, compartiendo la misma visión, el mismo sueño.»
Conclusión:
Aunque Ricardo se mudó y los días de juegos en Alborada terminaron, cada noche, los tres amigos se encontraban en sueños, viviendo nuevas aventuras y compartiendo risas y alegría. La amistad verdadera, aprendieron, no conoce de despedidas, solo de encuentros en las estrellas.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.