En la encantadora ciudad de Somni, donde los sueños parecen tomar forma y el aire siempre está lleno de posibilidades, vivía una niña de 8 años llamada Mía. Mía era conocida por su insaciable curiosidad y su amor por la exploración. Vivía con su padre, Luis, un hombre amable y trabajador que dedicaba cada momento libre a hacer feliz a su hija. La madre de Mía había fallecido cuando ella era muy pequeña, pero Luis se aseguraba de que el amor nunca faltara en su hogar.
Un día, mientras Mía jugaba en una de las habitaciones, su curiosidad la llevó a un accidente: un jarrón, muy preciado para su madre, se rompió en mil pedazos. Temerosa de la reacción de su padre y con el corazón apesadumbrado, Mía buscó frenéticamente algo con qué reparar el daño. Entre más buscaba pegamento, más su corazón se apretaba por el temor a decepcionar a su padre.
Fue entonces cuando sus ojos cayeron sobre una caja colorida y grande que, curiosamente, nunca había visto antes. Dentro de la caja, encontró una manta vieja. Pensando que podría usarla para ocultar los fragmentos del jarrón mientras encontraba una solución, la tomó y se dirigió a su habitación.
Pero al pasar junto a un espejo, se llevó la sorpresa de su vida. ¡No reflejaba nada! No era una manta vieja la que había tomado, sino ¡una capa de invisibilidad! Con el corazón latiendo de emoción, Mía se envolvió en la capa, desapareciendo por completo de la vista.
Lo primero que hizo fue correr hacia donde estaba su padre. Luis, concentrado en sus tareas, no notó la presencia de su hija, aunque ella estaba justo al lado. Fue un juego del escondite como nunca antes: Mía se maravillaba con cada momento, mientras Luis comenzaba a sentir una presencia mágica en la casa.
Con la capa como su nuevo tesoro, Mía decidió embarcarse en una aventura. Se dijo a sí misma que usaría la capa para hacer el bien, ayudar a otros y descubrir los secretos más misteriosos de Somni.
Al día siguiente, con la capa bien guardada bajo su ropa, Mía se dirigió a la escuela. Ahí, encontró a sus amigos Luis y Marta en apuros. Alguien había escondido sus mochilas como parte de una broma pesada. Sin pensarlo dos veces, Mía se envolvió en su capa y, como un fantasma, recorrió los pasillos en busca de las mochilas perdidas. Al encontrarlas, las devolvió a sus lugares sin que nadie notara su presencia. Luis y Marta estaban asombrados y agradecidos, sin saber que su amiga había sido su salvadora invisible.
Con cada día que pasaba, Mía descubría más formas de utilizar su capa. Desde rescatar animales atrapados hasta encontrar objetos perdidos, la niña se convirtió en un ángel guardián para los habitantes de Somni, aunque nadie sabía quién estaba detrás de estos actos maravillosos.
Una tarde, mientras Mía exploraba los límites de la ciudad con su capa, se encontró con un anciano que parecía estar buscando algo desesperadamente en el bosque. Al acercarse, escuchó que murmuraba sobre una flor mágica que podría curar la enfermedad de su esposa. Mía, movida por la historia, decidió ayudar.
Usando la capa, se adentró en el bosque, donde los rumores decían que habitaban criaturas mágicas y peligrosas. Después de horas de búsqueda, finalmente encontró la flor, resguardada por un dragón dormido. Con sumo cuidado, tomó la flor y regresó con el anciano, quien lloró de alegría al verla.
La noticia del milagro se esparció por Somni, y aunque nadie sabía quién había sido el héroe, Mía se sentía feliz de haber hecho una diferencia. La capa había traído magia a su vida, pero ella había llevado esperanza a los demás.
Finalmente, una noche, Mía decidió compartir su secreto con su padre. Al principio, Luis no podía creer lo que veía, pero la alegría y la orgullosa que sentía por su hija eran inmensas. Prometió guardar el secreto de la capa y apoyar a Mía en sus aventuras.
Juntos, padre e hija, se embarcaron en nuevas aventuras, siempre con la promesa de usar la magia para hacer el bien. La capa de invisibilidad no solo había revelado un mundo de maravillas y secretos, sino que también había fortalecido el vínculo entre Mía y su padre, demostrando que, en el corazón de toda magia, lo más importante es el amor y la bondad.
Y así, en la ciudad de Somni, donde los sueños cobran vida, una niña y su capa mágica recordaban a todos que, a veces, los héroes están más cerca de lo que pensamos, y que la magia más grande de todas es el amor y la compasión que compartimos con los demás.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.