Cuentos de Fantasía

Olivia y Silver: Un Viaje Mágico

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de bosques y montañas, una niña llamada Olivia. Olivia era una niña muy especial. No solo tenía una imaginación desbordante, sino que también poseía un don único que le había dejado su abuela antes de partir hacia el mundo de los sueños. Su abuela siempre le decía que la magia estaba en su interior y que podía ver cosas que otros no podían. Este don le permitía a Olivia ver a su amigo imaginario, un magnífico león llamado Silver.

Silver no era un león cualquiera. Tenía una melena plateada que brillaba como el sol y unos ojos de un color azul profundo, que reflejaban la sabiduría de mil años. Siempre estaba a su lado, listo para acompañarla en cualquier aventura. Olivia pasaba horas en su jardín, jugando y hablando con Silver, quien le contaba historias de lugares lejanos y mágicos.

Un día, mientras jugaban juntos, Silver dijo: “Olivia, hoy es un día perfecto para una aventura. He escuchado sobre un lugar maravilloso en el bosque, donde los árboles hablan y las flores cantan. ¿Te gustaría ir a explorar?” Los ojos de Olivia brillaron de emoción. “¡Sí, por favor! ¡Llevame allí!” respondió con entusiasmo.

Así que se pusieron en marcha. Olivia y Silver atravesaron el jardín, cruzaron un pequeño arroyo y se adentraron en el bosque. Los árboles eran altos y majestuosos, sus hojas susurraban al viento. Cada paso que daban les acercaba más a la magia que los rodeaba. Olivia podía sentir la energía del bosque, como si estuviera vivo y latiendo con ellos.

Mientras caminaban, llegaron a un claro iluminado por la luz del sol. En el centro había un árbol enorme, cuyas ramas se extendían como brazos abiertos. “Mira, Olivia,” dijo Silver, “este es el Árbol de los Susurros. Si le hablas, te responderá.” Olivia se acercó al árbol y puso su mano en el tronco rugoso. “Hola, Árbol de los Susurros. Soy Olivia. ¿Puedes oírme?” preguntó con voz suave.

Para su sorpresa, el árbol comenzó a crujir y a vibrar, y una voz profunda emergió de él. “¡Hola, pequeña Olivia! He estado esperando que vinieras. La magia de este bosque es fuerte, y tú eres parte de ella. ¿Qué deseas saber?” Olivia no podía creer lo que estaba escuchando. “Quiero saber sobre el lugar donde los árboles hablan y las flores cantan,” respondió.

“Ese lugar es un secreto que pocos conocen. Se encuentra más allá de la Colina de los Ecos, donde las risas de los niños resuenan en el aire,” explicó el árbol. “Si sigues el sendero que va hacia el norte, encontrarás el camino. Pero ten cuidado, pues hay desafíos que superar.” Olivia sintió un escalofrío de emoción. “Gracias, Árbol de los Susurros. ¡Iremos a buscarlo!” exclamó.

Con la dirección del árbol en mente, Olivia y Silver continuaron su viaje. A medida que avanzaban, encontraron un pequeño río que cruzaba su camino. Las aguas eran cristalinas y relucían bajo el sol. “Mira, Olivia, aquí hay una piedra que parece un puente. Debemos cruzarlo,” sugirió Silver. Olivia miró la piedra con un poco de temor, pero la confianza de su amigo le dio valor. “¡Vamos a hacerlo!” dijo, y juntos comenzaron a cruzar.

Mientras caminaban sobre la piedra, el río empezó a murmurar. “¡Cuidado! ¡No se caigan!” dijo el río con una voz juguetona. Olivia y Silver se detuvieron y rieron. “¿El río puede hablar?” preguntó Olivia, sorprendida. “Sí, en este bosque todo tiene voz. Pero no te preocupes, el río solo quiere jugar,” respondió Silver, guiando a Olivia con confianza.

Una vez cruzado el río, continuaron su camino hacia la Colina de los Ecos. Mientras subían, escucharon ecos de risas. “¿Escuchas eso?” preguntó Olivia. “Sí, parece que hay niños jugando en la cima,” respondió Silver. Cuando llegaron a la cima, se encontraron con un grupo de niños que estaban bailando y riendo.

“¡Hola! ¿Queréis jugar con nosotros?” gritaron los niños. Olivia y Silver se unieron a ellos, saltando y riendo. Jugaron a las escondidas y a la rayuela, llenando el aire con alegría y diversión. “¡Este lugar es increíble!” dijo Olivia mientras giraba en círculos, disfrutando del momento.

Después de un rato, uno de los niños, un chico llamado Mateo, se acercó a Olivia. “¿Por qué tienes un león contigo?” preguntó, mirando a Silver con curiosidad. “Silver es mi amigo imaginario. Me lleva a aventuras mágicas,” respondió Olivia. Mateo sonrió. “¡Me encantaría tener un amigo como él!” dijo.

Olivia sonrió y le explicó a Mateo sobre su don. “Mi abuela me dejó este regalo. Ella siempre decía que la imaginación es más poderosa de lo que pensamos,” dijo. Mateo miró a Silver y luego a Olivia, y sus ojos brillaron de emoción. “¿Puedo jugar contigo y Silver?” preguntó.

“¡Claro que sí! La magia es para todos,” respondió Olivia. Entonces, Olivia, Silver y Mateo comenzaron a jugar juntos. A medida que jugaban, Silver les contaba historias de sus aventuras en el bosque, de criaturas mágicas y tesoros escondidos. Los niños escuchaban con atención, maravillados por las historias de su nuevo amigo.

De repente, una sombra oscura cubrió el cielo. “¿Qué es eso?” preguntó Mateo, asustado. Olivia y Silver miraron hacia arriba y vieron a un gran pájaro negro volando en círculos. “No se preocupen, eso es solo un cuervo. No es peligroso,” explicó Silver, tratando de calmar a los niños.

Pero el cuervo no se estaba comportando de manera amistosa. De repente, se lanzó en picada hacia ellos. “¡Corran!” gritó Olivia. Todos los niños comenzaron a correr, y Silver se interpuso entre ellos y el cuervo. “¡No tengas miedo, Olivia! ¡Confía en mí!” dijo Silver, mostrando sus garras.

El cuervo aterrizó y miró a Silver con desdén. “¿Por qué proteges a estos niños? No son más que mortales,” dijo el cuervo con una voz profunda y burlona. “Porque cada niño tiene un sueño, y esos sueños son poderosos. No dejaré que les hagas daño,” respondió Silver, desafiando al cuervo.

“¿Sueños? ¡Eso no es nada!” dijo el cuervo, riéndose. Pero en ese momento, Olivia recordó lo que su abuela le había enseñado. “¡Silver, debemos usar nuestra imaginación!” exclamó. “¡Sí! Los sueños pueden volar más alto que cualquier ave,” añadió Mateo, sintiéndose valiente.

Juntos, los tres comenzaron a soñar en voz alta. “¡Deseamos que todos nuestros sueños se hagan realidad!” gritaron. Las palabras resonaron en el aire, y una luz brillante comenzó a rodearlos. El cuervo, sorprendido, retrocedió. “¡No! ¿Qué está pasando?” gritó.

La luz se intensificó, formando un escudo protector alrededor de los niños. “¡Tus amenazas no pueden tocarnos!” dijo Olivia con determinación. “¡La magia de la amistad es más fuerte!” Silver rugió, y el brillo de su melena plateada iluminó el claro. El cuervo, incapaz de soportar la luz, dio un giro y voló hacia el horizonte, desapareciendo en la distancia.

Los niños celebraron su victoria con risas y abrazos. “¡Lo hicimos! ¡Eres increíble, Silver!” dijo Mateo, emocionado. “No solo yo, sino todos nosotros,” respondió Silver, sonriendo. “La amistad y la imaginación son más poderosas de lo que imaginamos.”

Después de esa aventura, Olivia, Mateo y Silver continuaron explorando el bosque. Visitaban lugares mágicos, hacían nuevos amigos y compartían historias. Cada día era una nueva aventura llena de risas y sueños.

Un día, mientras exploraban, llegaron a un lago cristalino que reflejaba el cielo azul. “Este lugar es hermoso,” dijo Olivia. “Podemos venir aquí a soñar,” sugirió Mateo. Y así, se sentaron junto al lago y comenzaron a hablar sobre sus sueños. “Quiero ser un gran explorador y descubrir nuevas tierras,” dijo Mateo. “Y yo quiero crear historias que hagan volar la imaginación,” añadió Olivia.

Silver escuchaba atentamente y dijo: “Los sueños son como estrellas en el cielo, siempre brillando. Si trabajan juntos, podrán alcanzar cualquier estrella.”

Los niños sonrieron, sabiendo que con Silver a su lado, nada era imposible. Cada aventura que vivían se convertía en un nuevo recuerdo, y cada día fortalecía su amistad.

El tiempo pasó volando, y un día, mientras estaban en el lago, Olivia sintió que algo había cambiado. “Silver, creo que pronto será el momento de despedirnos,” dijo con tristeza. “Sí, lo siento. La magia de este lugar también tiene su tiempo,” respondió Silver, mirando el lago.

“No quiero que te vayas,” dijo Olivia, sintiendo lágrimas en sus ojos. “Siempre serás parte de mí, Olivia. La magia de la amistad nunca se va,” respondió Silver con suavidad. “Recuerda que siempre estaré contigo, incluso si no puedes verme.”

Esa noche, mientras el sol se ponía y el cielo se llenaba de estrellas, Olivia y Mateo se sentaron junto a Silver. “Te vamos a extrañar,” dijeron al unísono. Silver sonrió y les dijo: “Cada vez que miren las estrellas, piensen en mí. Yo también estaré mirando desde el cielo.”

Con un último abrazo, Silver se desvaneció en un resplandor de luz, dejando a Olivia y Mateo con el corazón lleno de amor y recuerdos. “Siempre será nuestro amigo,” dijo Olivia, mirando las estrellas. “Sí, y siempre tendremos nuestras aventuras en la imaginación,” respondió Mateo.

Desde aquel día, Olivia y Mateo siguieron explorando y creando nuevas historias. Cada vez que miraban las estrellas, recordaban a Silver y las lecciones de amistad y magia que les había enseñado. Y así, con sus corazones llenos de sueños, sabían que la verdadera magia nunca desaparece.

Fin

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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