Cuentos de Hadas

El Cuento Mágico de Amelie

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 4 minutos

Español

Puntuación:

5
(1)
 

Compartir en WhatsApp Compartir en Telegram Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir por correo electrónico
5
(1)

Era una noche tranquila y estrellada. Amelie, una niña de tres años con el cabello corto y rubio, estaba acurrucada en su cama. Su madre, Florencia, con su largo cabello rubio, se sentó a su lado, lista para contarle un cuento antes de dormir. A Amelie le encantaban las historias de unicornios y corazones, y esa noche no sería la excepción.

«Mamá, cuéntame una historia de unicornios y corazones», pidió Amelie con sus grandes ojos brillantes.

Florencia sonrió y comenzó: «Había una vez, en un reino muy lejano, un hermoso unicornio que vivía en un bosque encantado. Su cuerno brillaba como las estrellas y tenía un corazón tan puro que hacía florecer todo a su alrededor…»

Mientras Florencia narraba la historia, Amelie se sentía cada vez más adormilada, imaginando las maravillas del bosque encantado. Pero, de repente, algo mágico sucedió. Una suave luz comenzó a envolverlas, y antes de que pudieran darse cuenta, se encontraron de pie en medio de un bosque resplandeciente, tal y como Florencia lo había descrito.

«Mamá, ¿dónde estamos?» preguntó Amelie, sorprendida pero emocionada al mismo tiempo.

«Creo que estamos dentro del cuento», respondió Florencia, mirando a su alrededor con asombro. «Esto es increíble.»

A su alrededor, los árboles estaban llenos de luces brillantes y flores de todos los colores. Un unicornio blanco, con un cuerno dorado, apareció ante ellas. Su presencia era majestuosa y serena.

«Bienvenidas, Amelie y Florencia», dijo el unicornio con una voz suave y melodiosa. «Soy Estrella, el guardián de este bosque. Vosotras habéis sido traídas aquí por el poder de vuestra imaginación y el amor de los cuentos.»

Amelie estaba fascinada. «¡Un unicornio de verdad! ¡Esto es increíble!»

Pero justo en ese momento, en el mundo real, Ryan, el padre de Amelie, entró en su habitación para ver cómo estaban. Al no encontrarlas, se preocupó enormemente. Buscó por toda la casa, llamando sus nombres, pero no obtuvo respuesta.

De vuelta en el bosque encantado, Estrella explicó que había una misión que debían cumplir para poder regresar a casa. «El bosque está en peligro», dijo Estrella. «Una sombra oscura ha comenzado a cubrir las tierras y necesitamos vuestra ayuda para restaurar la luz.»

Florencia, decidida a proteger a su hija, preguntó: «¿Qué debemos hacer?»

Estrella les contó que debían encontrar tres corazones mágicos que estaban escondidos en diferentes partes del bosque. «Estos corazones devolverán la luz y la magia al bosque. Pero debéis tener cuidado, porque la sombra intentará deteneros.»

Sin dudarlo, Amelie y Florencia aceptaron la misión. Emprendieron el camino guiadas por Estrella, quien las llevó hasta el primer lugar donde se escondía uno de los corazones mágicos. Era un claro lleno de flores doradas, pero en el centro, una sombra oscura envolvía un gran árbol.

«Mamá, tengo miedo», dijo Amelie, agarrando fuertemente la mano de su madre.

«No te preocupes, mi amor. Juntas podemos hacerlo», respondió Florencia, apretando suavemente la mano de Amelie.

Con valentía, se acercaron al árbol y, con la ayuda de Estrella, comenzaron a deshacer la sombra que lo envolvía. Cantaron una canción que Florencia solía cantar a Amelie para dormir, y la luz de sus corazones hizo que la sombra desapareciera, revelando un hermoso corazón dorado en el árbol.

«¡Lo hemos logrado!» exclamó Amelie, abrazando a su madre.

Pero su misión aún no había terminado. Guiadas por Estrella, se dirigieron al segundo lugar, un lago cristalino que reflejaba el cielo como un espejo. En el fondo del lago, podían ver el segundo corazón, pero estaba protegido por criaturas acuáticas encantadas por la sombra.

«Mamá, ¿cómo vamos a llegar hasta allí?» preguntó Amelie.

Florencia pensó por un momento y luego tuvo una idea. «Estrella, ¿puedes ayudarnos a hablar con las criaturas del lago?»

Estrella asintió y, con su magia, les permitió comunicarse con las criaturas. Florencia y Amelie explicaron su misión, y conmovidas por su valentía, las criaturas decidieron ayudarlas. Crearon un camino de burbujas que las llevó hasta el fondo del lago, donde pudieron tomar el segundo corazón mágico.

«Dos corazones, uno más y el bosque estará a salvo», dijo Estrella con alegría.

Mientras tanto, en el mundo real, Ryan estaba desesperado por encontrar a su familia. De repente, notó un libro de cuentos en el suelo, abierto en una página que hablaba de un bosque encantado y un unicornio. Decidido a encontrarlas, tomó el libro y comenzó a leer en voz alta, esperando que de alguna manera, pudiera unirse a ellas.

En el bosque encantado, Amelie, Florencia y Estrella llegaron al tercer lugar, una cueva oscura que emanaba una sensación de tristeza. Dentro de la cueva, la sombra era más fuerte, y el tercer corazón estaba atrapado en un cristal negro.

«Esta es la prueba más difícil», dijo Estrella. «Debéis ser muy valientes.»

Amelie, aunque tenía miedo, sabía que debía ser fuerte. «Podemos hacerlo, mamá. Juntas somos fuertes.»

Florencia sonrió y abrazó a Amelie. «Tienes razón, mi amor. Vamos a salvar este bosque.»

Entraron en la cueva, cantando la misma canción que había ayudado a disipar la sombra antes. Poco a poco, la luz de sus corazones comenzó a iluminar la cueva, debilitando la sombra. Pero la sombra luchaba con más fuerza, tratando de mantener el control.

En ese momento, Ryan, que seguía leyendo el libro en el mundo real, sintió un tirón en su corazón. De repente, se encontró en el bosque encantado, justo a tiempo para ver a Amelie y Florencia luchando contra la sombra.

«¡Papá!» gritó Amelie con alegría al verlo.

«Ryan, ¡has venido!» exclamó Florencia, aliviada.

Ryan corrió hacia ellas y, juntos, unieron sus fuerzas. Con el amor y la valentía de la familia unida, la sombra finalmente se desvaneció, liberando el tercer corazón mágico.

El bosque se llenó de luz y color. Las flores florecieron y los animales celebraron. Estrella, el unicornio, se acercó a ellos con gratitud. «Gracias a vuestra valentía y amor, el bosque está a salvo. Ahora podéis regresar a casa.»

Una suave luz los envolvió nuevamente, y en un abrir y cerrar de ojos, Amelie, Florencia y Ryan se encontraron de vuelta en la habitación de Amelie. El libro de cuentos estaba cerrado, y todo parecía como antes.

«Mamá, papá, eso fue increíble», dijo Amelie, abrazando a sus padres.

«Sí, lo fue», respondió Ryan, besando la frente de Amelie. «Pero lo más importante es que estamos juntos.»

Florencia asintió, acariciando el cabello de su hija. «Siempre lo estaremos.»

Y así, Amelie se quedó dormida, soñando con unicornios y corazones, sabiendo que su familia siempre estaría a su lado, no importa qué aventuras les esperaran.

Fin.

image_pdfDescargar Cuentoimage_printImprimir Cuento

¿Te ha gustado?

¡Haz clic para puntuarlo!

Comparte tu historia personalizada con tu familia o amigos

Compartir en WhatsApp Compartir en Telegram Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir por correo electrónico

¿Te ha gustado?

¡Haz clic para puntuarlo!

Cuentos cortos que te pueden gustar

autor crea cuentos e1697060767625
logo creacuento negro

Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

Deja un comentario