Cuentos de Humor

La Cámara Secreta del Profesor Calvo

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 4 minutos

Español

Puntuación:

0
(0)
 

Compartir en WhatsApp Compartir en Telegram Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir por correo electrónico
0
(0)

En la escuela secundaria de Villaricos, un pueblo donde todos se conocen y las historias de los lugareños se entrelazan como las calles de su centro histórico, trabajaba un profesor de plástica que se había convertido en una leyenda urbana. Era conocido simplemente como El Calvo, un hombre de mediana edad con una cabeza brillantemente pulida y una actitud que oscilaba entre la ternura de un abuelo y la rigidez de un sargento.

El Calvo no era solo famoso por su falta de cabello, sino también por su inquebrantable pasión por enseñar arte de manera muy peculiar. Para él, el arte no era solo un conjunto de técnicas para dibujar y pintar, sino una disciplina que requería la máxima concentración y respeto, tanto por el proceso creativo como por el espacio compartido de la clase.

Cada día, al entrar al aula, El Calvo colocaba su cámara de video en un trípode con la meticulosidad de un cineasta. Esta no era una cámara común, sino una que, según rumores entre los estudiantes, tenía la capacidad mágica de detectar el comportamiento indebido y capturar los momentos más embarazosos de indisciplina.

«La cámara no solo graba lo que veis, sino también lo que no queréis que vea,» solía decir El Calvo con una sonrisa misteriosa, provocando una mezcla de nerviosismo y risas contenidas entre sus alumnos.

Un día particularmente soleado, cuando los rayos del sol se colaban por las ventanas del aula decorada con pinturas y esculturas de estudiantes anteriores, El Calvo enfrentó un desafío inusual. Un nuevo alumno, Nico, había llegado al pueblo. Nico era conocido por su carácter travieso y su habilidad para convertir cualquier situación seria en una comedia.

Mientras El Calvo explicaba la importancia de las sombras en el dibujo, Nico comenzó a imitarlo sutilmente, exagerando cada gesto del profesor y haciendo muecas cada vez que se daba la vuelta. Los susurros y las risitas de los demás alumnos no tardaron en llenar el ambiente, pero El Calvo, lejos de enfadarse, tenía otros planes.

Sin interrumpir su clase, activó la cámara y, como si nada, se dirigió a Nico. Con un tono serio pero en los ojos una chispa de humor, El Calvo comenzó a hablar sobre la importancia de la concentración, todo mientras la cámara enfocaba a Nico, quien poco a poco se dio cuenta de que era el centro de atención.

«Nico, ¿sabías que el arte de la actuación también es una forma de arte plástica? Hoy, has demostrado un talento natural. Ahora, como parte de tu aprendizaje, ¿podrías mostrarnos cómo se representa la seriedad en el arte de actuar?» dijo El Calvo, entregándole a Nico un sombrero y una bufanda que sacó de su armario de utilería.

Nico, tomado por sorpresa y ahora bajo la mirada expectante de sus compañeros, aceptó el desafío. Lo que comenzó como una broma se transformó en una lección improvisada sobre el teatro y la expresión corporal, dirigida por un Nico cada vez más comprometido y un grupo de estudiantes fascinados.

Desde ese día, Nico y los demás aprendieron que en el aula de El Calvo no solo se enseñaba arte plástico, sino también la importancia de canalizar la creatividad y la energía de maneras positivas y constructivas. La cámara, más que un instrumento de vigilancia, se convirtió en un símbolo de cómo la observación puede llevar a la autoreflexión y el crecimiento personal.

El Calvo, con su método único, logró que sus alumnos no solo respetaran las normas del aula, sino que también exploraran nuevas formas de expresión artística, entendiendo que cada travesura, cada error, era en sí mismo un paso hacia el aprendizaje.

Y así, con cada clase que pasaba, la leyenda del Profesor Calvo crecía, no solo como el estricto docente calvo que grababa sus clases, sino como el maestro que utilizaba la cámara para abrir un mundo de posibilidades artísticas y personales a sus estudiantes. El arte de enseñar y el arte de aprender se entrelazaban en su aula, dejando una marca imborrable en todos los que tenían la suerte de ser sus alumnos.

image_pdfDescargar Cuentoimage_printImprimir Cuento

¿Te ha gustado?

¡Haz clic para puntuarlo!

Comparte tu historia personalizada con tu familia o amigos

Compartir en WhatsApp Compartir en Telegram Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir por correo electrónico

Cuentos cortos que te pueden gustar

autor crea cuentos e1697060767625
logo creacuento negro

Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

Deja un comentario