Cuentos para Dormir

La magia de los buenos sueños

Lectura para 2 años

Tiempo de lectura: 4 minutos

Español

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En una casita rodeada de flores y árboles, vivía una niña de dos años llamada Idania con su querida abuela, Yesenia. La abuela Yesenia tenía el cabello como hilos de plata y una sonrisa que iluminaba toda la habitación, especialmente cuando Idania, su nieta, la llenaba de risas y travesuras.

Desde que Idania nació, la abuela Yesenia se convirtió en la abuela más feliz del mundo. Cada día junto a Idania estaba lleno de nuevas aventuras y descubrimientos. Jugar con Idania era lo mejor de su vida, y estar juntas era su mayor alegría.

Idania, aunque pequeña, era muy traviesa, inquieta e inteligente. Amaba a su abuela Yessy más que a nada en el mundo. Sabía que en casa de la abuela podía ser libre, jugar con todo lo que quisiera, y que su abuela siempre estaría ahí para jugar con ella.

Una de las cosas que más le gustaba a Idania era cuando la abuela Yessy la dormía en sus brazos y le cantaba suaves canciones de cuna. La voz de la abuela era dulce y tranquilizadora, un hechizo mágico que llevaba a Idania al mundo de los sueños más bonitos.

En la casa de la abuela, Idania tenía muchos amigos: los muñecos de peluche que la abuela Yesenia había coleccionado a lo largo de los años. Juntas, Idania y su abuela daban vida a estos muñecos, organizando picnics de té y aventuras por el jardín, donde los peluches eran valientes exploradores o misteriosos habitantes de bosques encantados.

Pero entre todos los juguetes, lo que más le gustaba a Idania eran los gatitos de la abuela. Eran suaves y cariñosos, y a Idania le encantaba perseguirlos por la casa, riendo a carcajadas cuando lograba atraparlos para darles un abrazo. Los gatitos, por su parte, adoraban a Idania y se acurrucaban junto a ella cuando llegaba la hora de la siesta.

Cada tarde, después de un día lleno de juegos y risas, llegaba el momento más especial del día: la hora de dormir. La abuela Yesenia preparaba a Idania para ir a la cama, le daba un baño cálido y la vestía con su pijama favorito. Luego, juntas se acurrucaban en el sillón grande del salón, rodeadas de los peluches y gatitos, listas para viajar al país de los sueños.

La abuela comenzaba a cantar suavemente, su voz llenaba la habitación de calma y amor. Idania escuchaba atentamente, sus ojos empezaban a pesarle mientras el mundo mágico de los sueños la llamaba. La canción de cuna era un puente entre el día lleno de aventuras y la noche de dulces sueños.

En sus sueños, Idania viajaba a lugares maravillosos. Volaba sobre montañas de algodón de azúcar, nadaba en ríos de chocolate y jugaba en jardines donde las flores cantaban y las mariposas contaban historias. En cada sueño, la abuela Yesenia estaba allí, guiándola a través de esos mundos mágicos, protegiéndola con su amor incondicional.

Y así, noche tras noche, la abuela Yesenia tejía con sus canciones de cuna un mundo de sueños felices para Idania. Porque para la abuela Yesenia, no había nada más importante en el mundo que la felicidad de su pequeña Idania.

Los días pasaban, y el vínculo entre Idania y su abuela se hacía más fuerte. La abuela Yesenia sabía que Idania era lo mejor de su vida, y daría todo por verla siempre feliz. Idania, con su inocencia y alegría, llenaba cada rincón de la casa de luz y esperanza.

Aunque Idania crecería y las aventuras del día se transformarían, el amor entre ella y su abuela Yesenia sería eterno, un faro de luz en la noche, guiándola siempre hacia los buenos sueños.

Y cuando la abuela Yesenia terminaba su canción de cuna, con Idania ya sumida en el sueño más dulce, sabía que había cumplido su misión más importante: dar a su nieta un amor inquebrantable que la acompañaría toda la vida, en cada sueño y en cada despertar.

Así, en el mundo de sueños y en la realidad, Idania y su abuela Yesenia compartían el regalo más precioso: el amor que todo lo puede, que todo lo transforma y que hace de cada momento un recuerdo imborrable.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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