Cuentos de Princesas

El Triunfo de la Naturaleza

Lectura para 2 años

Tiempo de lectura: 4 minutos

Español

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En un rincón olvidado de Guatemala, donde los árboles susurraban historias antiguas y los ríos cantaban melodías de libertad, vivían Mariana y Emilio, dos jóvenes cuyos corazones latían al ritmo de la tierra. Mariana, con su cabello rubio como el maíz maduro y sus ojos verdes reflejando la selva, vestía orgullosa su traje de cobán, símbolo de su amor por su cultura. Emilio, alto y fuerte, con ojos café que escondían secretos profundos y cabello castaño como la tierra fértil, era el complemento perfecto para Mariana.

La vida en su comunidad había sido perturbada por la construcción de una hidroeléctrica que prometía progreso pero trajo desolación. Los animales huían, los ríos se secaban y el espíritu de la gente se marchitaba como las hojas en otoño. Pero Mariana y Emilio no se dieron por vencidos; lucharon con la fuerza de los quetzales y la astucia de los jaguares. Organizaron a su comunidad, crearon conciencia y, después de incontables esfuerzos, lograron lo imposible: el cierre de la hidroeléctrica.

La noticia corrió como el viento entre las montañas, y la alegría renació en los corazones de todos. La comunidad decidió celebrar su victoria con una fiesta que recordaría a las generaciones futuras el poder de la unidad y la perseverancia. La música llenó el aire, los tambores retumbaron como truenos alegres y las risas se entrelazaron con los cantos de las aves.

Mariana y Emilio, en el centro de la celebración, bailaban al son de las marimbas. Sus movimientos eran poesía en movimiento, una coreografía que narraba su historia de amor. Mariana, con su vestido de flores y cabello suelto, giraba con gracia, mientras Emilio la sostenía con manos firmes.

Las marimbas resonaban en el aire, sus notas vibrantes como el corazón de los amantes. Los invitados los rodeaban, aplaudiendo y sonriendo. Era una fiesta de colores y alegría, y Mariana y Emilio eran los protagonistas.

Emilio miró a Mariana con ojos brillantes. “Eres mi melodía favorita”, susurró. “La que me hace bailar incluso cuando no hay música”.

Mariana rió, sus ojos reflejando las luces festivas. “Y tú eres mi ritmo constante”, respondió. “El que me guía en cada paso”.

Juntos, giraron y giraron, como hojas llevadas por el viento. El mundo desapareció a su alrededor, y solo existían ellos dos. Las estrellas parecían más cerca, como si quisieran unirse a su danza.

“¿Recuerdas cuando nos conocimos?” preguntó Mariana. “Fue en esta misma plaza, bajo la luna llena”.

Emilio asintió. “Tú llevabas un vestido azul, y tus ojos brillaban como estrellas. Me robaste el aliento”.

“Y tú”, dijo Mariana, “me diste un ramo de flores silvestres. Fue el comienzo de todo”.

La música se intensificó, y Mariana y Emilio se abrazaron más fuerte. Sus cuerpos se movían en perfecta armonía, como las teclas de una marimba. El amor fluía entre ellos, cálido y eterno.

“Prométeme algo”, susurró Emilio. “Bailaremos así toda la vida”.

Mariana sonrió. “Lo prometo. Bailaremos en la lluvia, en la nieve, en la vejez. Siempre juntos”.

Y así, bajo la luz de la luna y el ritmo de las marimbas, Mariana y Emilio sellaron su amor. La plaza se convirtió en su escenario, y su danza fue la más hermosa de todas.

Fin

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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