Cuentos de Superhéroes

David y Mario: Los Superhéroes de la Noche

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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En un pequeño y acogedor hogar, en el pueblo de Alegría, vivía un niño de cinco años llamado David. Era un niño lleno de energía y aventuras, con una gran imaginación. Su mayor pasión eran los superhéroes. Cada día, después de la escuela, David se ponía su capa roja, una que había hecho su mamá, y corría por la casa, luchando contra los villanos imaginarios que amenazaban la paz del mundo. Su compañero de aventuras era su hermano menor, Mario, de solo dos años. Mario era un niño alegre que siempre llevaba consigo una manta azul que le encantaba. No había lugar al que fuera sin ella. Además, tenía una pequeña moto de juguete y un tambor que sonaba fuerte y feliz.

Una noche, después de cenar, los dos hermanos se acurrucaron en la cama con su papá, listos para escuchar un cuento. Papá eligió un libro sobre superhéroes que iluminaba los ojos de David de emoción. Las páginas estaban llenas de imágenes brillantes de héroes voladores y villanos que podían ser derrotados con el poder de la amistad y la valentía. Mientras leía, David soñaba con ser un gran superhéroe, un defensor de los débiles y un amigo de todos.

“Y entonces, el valiente superhéroe voló por el cielo y salvó el día”, decía papá con una voz emocionante. David miraba la ilustración y se imaginaba a sí mismo volando con su capa, listo para la acción. Mario, aunque aún muy pequeño, aplaudía emocionado cada vez que papá mencionaba a los héroes. Su tambor resonaba por toda la habitación, llenándola de alegría.

Pero justo cuando papá estaba a punto de cerrar el libro, una luz brillante salió de entre las páginas. David y Mario se miraron con asombro. La luz iluminó toda la habitación y, en un instante mágico, los dos hermanos se sintieron extraños. Se miraron y, ¡sorpresa! Estaban vestidos con trajes de superhéroes. David llevaba un traje azul con una gran «D» en el pecho y una capa que ondeaba al viento. Mario, por su parte, tenía un disfraz de pequeño superhéroe con su manta azul como capa. Ambos estaban listos para la aventura.

“¡Mira, David! ¡Soy un superhéroe de verdad!”, gritó Mario, levantando su tambor. “¡Tocaremos música para salvar el mundo!”

“¡Sí! ¡Y yo conduciré nuestro súper coche!”, respondió David, mirando alrededor y notando que en la habitación había un coche de juguete gigante que parecía un verdadero automóvil de superhéroe.

En ese instante, papá se convirtió en su compañero de aventuras, un sabio héroe que siempre los guiaba. “Vamos, valientes superhéroes, la ciudad necesita nuestra ayuda”, dijo, guiándolos hacia la puerta que, de repente, se había transformado en un portal brillante.

Los tres cruzaron el portal y, de repente, se encontraron en una ciudad mágica. Las calles estaban llenas de luces de colores, y todo parecía diferente y emocionante. “¡Wow! ¡Mira todas esas criaturas! ¡Son amigos!”, dijo David, señalando a unos pequeños seres voladores que brillaban en la oscuridad.

Los seres se acercaron y comenzaron a danzar alrededor de ellos. “¡Bienvenidos a la Ciudad de los Sueños!”, gritaron. “Hemos estado esperando héroes como ustedes que nos ayuden a salvar nuestro mundo de la oscuridad”.

David y Mario miraron a papá, quien sonrió y les dijo que debían ayudar. “Esto es una aventura, chicos. Recuerden, los superhéroes siempre ayudan a los demás”, les recordó.

“¿Qué necesitamos hacer?”, preguntó David con determinación.

“En el corazón de la ciudad hay un villano llamado La Sombra. Él ha robado los colores y la alegría. Necesitamos que ustedes lo detengan”, explicaron los seres luminosos.

Sin dudarlo, David, Mario y papá se dirigieron hacia el corazón de la ciudad. A medida que avanzaban, se dieron cuenta de que todo estaba oscurecido. Los árboles ya no eran verdes, y el aire se sentía triste. “No podemos dejar que esto siga así”, dijo David, con la mirada fija en la misión.

Al llegar a la torre donde vivía La Sombra, notaron que estaba muy oscura. “Recuerden, el poder de la música puede asustar a cualquier villano”, dijo papá. “Mario, toca tu tambor con todas tus fuerzas”.

Mario asintió, y comenzó a tocar su tambor con un ritmo alegre. La música resonó en la torre, y las sombras comenzaron a moverse. “¡Rápido, David! ¡La Sombra está saliendo!”, gritó papá.

De repente, La Sombra apareció, envuelta en una oscura capa que parecía tragar la luz. “¿Quiénes son ustedes para interrumpir mi dominio?”, dijo con una voz profunda y aterradora.

“¡Somos los superhéroes que han venido a detenerte y a devolver la alegría a la ciudad!”, declaró David, sintiendo que su corazón latía con fuerza.

La Sombra se burló. “¿Creen que pueden derrotarme con música? ¡La tristeza es mi aliada!” Pero cuando la música de Mario sonó más fuerte, una luz brillante comenzó a emanar de ellos.

“¡No! ¡Esto no puede estar sucediendo!”, gritó La Sombra, mientras la luz de la música iluminaba toda la torre. Las sombras comenzaron a disolverse, y La Sombra se sintió débil. “¡No! ¡Me estoy desvaneciendo!”, dijo, mientras se alejaba.

“¡Juntos podemos derrotarlo!”, exclamó David. Con la fuerza de la música y la valentía en su corazón, él y Mario continuaron tocando. Papá los apoyó, manteniéndose firme a su lado, mientras el poder del amor y la alegría llenaba el aire.

Finalmente, La Sombra no pudo soportar más la luz brillante y se desvaneció por completo. Los colores comenzaron a regresar a la ciudad, los árboles se tornaron verdes nuevamente, y el cielo se llenó de un hermoso azul. Las criaturas luminosas danzaban, y el ambiente se llenó de alegría.

“¡Lo logramos!”, gritaron todos juntos, riendo y abrazándose. La ciudad había sido salvada, y la música resonaba en cada rincón, recordando a todos que la alegría y la amistad siempre triunfan sobre la oscuridad.

De repente, el portal que había traído a los tres héroes apareció ante ellos. “Es hora de regresar a casa”, dijo papá. “Pero recuerden, siempre serán héroes en su propio mundo”.

Al cruzar el portal, se encontraron nuevamente en su habitación. Todo parecía normal, pero David y Mario sabían que habían vivido una gran aventura. “¿Lo hicimos de verdad?”, preguntó Mario, aún sosteniendo su tambor.

“Sí, y siempre llevaremos con nosotros la lección de que el amor y la música pueden vencer a cualquier sombra”, respondió David, sonriendo a su hermano.

Y así, mientras se acomodaban en la cama, los dos hermanos cerraron los ojos, sintiéndose más fuertes y felices que nunca. Habían descubierto que no necesitaban ser solo superhéroes en sus fantasías, sino que podían llevar la luz a donde quiera que fueran, siempre con amor y alegría.

Desde aquel día, David y Mario nunca olvidaron su aventura en la Ciudad de los Sueños. Cada vez que escuchaban la música del tambor, sonreían, recordando que siempre había una forma de luchar contra la oscuridad y que el verdadero poder estaba en sus corazones.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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