En las sombras de Ciudad Gótica, donde el crimen y el misterio se entrelazan en cada callejón, vivía una heroína sin igual: Batichica. Su valor y destreza habían salvado la ciudad incontables veces, y su identidad secreta se mantenía oculta tras la máscara de la justicia. James Gordon, el respetado comisionado de la ciudad, sabía la importancia de mantener esa identidad a salvo, especialmente cuando se trataba de su propia hija, Bárbara Gordon.
Un día, Gordon citó a Batichica para una tarea inusual. Le propuso participar en una sesión fotográfica con Greg Wilson, un reconocido fotógrafo que había retratado a las mujeres más hermosas de Gótica. La idea era publicar un reportaje especial en la revista de la policía, reconociendo el invaluable aporte de Batichica a la sociedad. Aunque reacia al principio, Batichica aceptó, sabiendo que sería una buena oportunidad para mejorar la imagen pública de los superhéroes.
Al llegar al estudio de Greg, Batichica sintió una extraña sensación. El lugar estaba silencioso, con solo la luz tenue iluminando los retratos colgados en las paredes. Greg la recibió con una sonrisa amistosa y una cámara lista para capturar su esencia heroica.
La sesión comenzó con normalidad. Batichica posaba con su pose usual de vigilante justiciera, mientras Greg capturaba cada detalle con su lente experto. Sin embargo, a medida que avanzaba la sesión, Greg comenzó a pedir poses más personales, como si quisiera capturar no solo a la heroína, sino también a la mujer detrás de la máscara.
Llegó un momento en que Greg, con una suavidad sorprendente, le pidió a Batichica que se quitara las botas para algunas fotos más relajadas. Aunque inicialmente dudosa, Batichica accedió, confiando en la profesionalidad del fotógrafo. Pero cuando Greg rozó la piel de sus pies con sus dedos, una risa incontrolable brotó de Batichica. «No, no hagas eso», dijo entre risas. «Si empiezo a reír no pararé».
Las horas pasaron entre risas y flashes. Batichica, usualmente tan seria y enfocada en su misión, encontró un momento de genuina diversión. Greg la halagaba con cada disparo, diciendo que seguramente era una reina de belleza debajo de su máscara. Batichica se ruborizó, sintiéndose halagada y vulnerable al mismo tiempo.
Greg entonces sugirió algo más atrevido: quería fotografiarla sin la máscara. Al escuchar esto, Batichica se tensó. «De ninguna manera», respondió firmemente. «Mi identidad debe permanecer en secreto». Greg asintió con comprensión, pero en su interior, un plan se estaba formando.
Para la última parte de la sesión, Greg sacó una cámara especial, asegurándole a Batichica que solo era para un efecto fotográfico único. Lo que ella no sabía era que la cámara contenía un dispositivo de rayos X, capaz de ver a través de sus ropas y, lo más importante, de su máscara.
Una vez que Batichica se fue, Greg revisó las imágenes con una mezcla de asombro y culpa. Había descubierto el secreto mejor guardado de Ciudad Gótica: la verdadera identidad de Batichica. Recordó entonces una reunión con el comisionado Gordon, donde había visto una foto de Bárbara en su escritorio. Las piezas del rompecabezas encajaron.
A pesar de su descubrimiento, Greg decidió mantener el secreto de Batichica. Las fotos serían parte de su colección privada, un tesoro personal que nunca vería la luz pública. Sabía que revelar la identidad de Batichica podría poner en peligro no solo su carrera como superhéroe, sino también su vida.
Mientras tanto, Batichica, ajena a la verdad descubierta por Greg, continuó su misión de proteger Ciudad Gótica, fortalecida por la creencia de que su identidad seguía siendo un misterio. En las calles oscuras de la ciudad, ella era más que un símbolo de esperanza; era un guardián incansable de la justicia.
Así pasaron los días, y Batichica enfrentó nuevos desafíos, luchando contra el crimen y protegiendo a los inocentes. Su imagen, capturada en aquellas fotografías, se convirtió en un símbolo de coraje y belleza, inspirando a otros a seguir sus pasos. Sin embargo, el secreto que Greg Wilson guardaba seguía latente, un recordatorio de que incluso los héroes tienen aspectos de su vida que desean mantener en la sombra.
Con el tiempo, Batichica se convirtió en una leyenda en Ciudad Gótica, un ícono de fuerza y resiliencia. Y aunque su identidad seguía siendo un misterio para la mayoría, ella sabía que en algún lugar de la ciudad, alguien conocía su verdad. Pero confiaba en que ese secreto estaría seguro, protegido por el respeto y la admiración que Greg Wilson sentía por ella.
Fin
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.