Cuentos de Terror

La Noche que Cheo Conoció a Carrera

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 7 minutos

Español

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En un pequeño pueblo rodeado de bosques y leyendas, vivía un niño llamado Cheo. Era un niño curioso con ojos brillantes y un montón de sueños en su mochila. A Cheo le fascinaba la idea de explorar el mundo, descubrir sus secretos y escribir su propia historia de aventuras.

Sin embargo, no todos en el pueblo comprendían la pasión de Cheo. Los otros niños a menudo se burlaban de él, diciéndole que era un soñador y que nunca lograría nada. «¡Cheo, el gran explorador!» Se mofaban, «¡No llegarás ni a la esquina del bosque!»

Pero Cheo tenía un amigo inusual, Carrera, un viejo búho sabio que vivía en el gran roble junto a su ventana. Carrera había visto mucho del mundo y sabía que la valentía y la bondad son más importantes que cualquier otra cosa. Noche tras noche, Carrera aconsejaba a Cheo: «Las burlas no definen quién eres, ni lo lejos que puedes llegar».

Una noche, bajo la pálida luz de la luna, Cheo decidió que era hora de empezar su aventura. Se calzó sus botas, agarró su linterna y se adentró en el bosque. Carrera, desde la seguridad de su rama, lo observó alejarse, sus ojos brillando en la oscuridad.

No había caminado mucho cuando escuchó una voz familiar. Era uno de los niños que siempre se burlaba de él. Pero algo estaba mal; su voz sonaba distorsionada, casi monstruosa. Cheo siguió la voz hasta llegar a un claro donde la niebla se retorcía como fantasmas danzantes.

Allí estaba el niño, pero había cambiado. Su figura era grande y sombría, con ojos que destellaban como dos carbones encendidos. «¡Cheo, el soñador!» gruñó la criatura, «¡Ahora verás que no eres nada!»

Cheo retrocedió, su corazón golpeando en su pecho. Pero entonces recordó las palabras de Carrera. Tomó aire, levantó la cabeza y dijo con valentía: «No importa lo que digas o lo que aparentes ser. Sé quién soy y sé lo que puedo hacer».

La criatura rugió y avanzó, pero Cheo no se movió. Entonces, desde las sombras, surgió Carrera, extendiendo sus grandes alas. «Cheo, recuerda», aconsejó con su voz serena, «la oscuridad no puede ganar donde hay luz en el corazón».

Cheo entendió las palabras del búho. Se concentró en los buenos recuerdos, en los sueños y esperanzas, y al hacerlo, una luz suave comenzó a emanar de él. La criatura gritó, cubriéndose los ojos, y lentamente comenzó a cambiar de nuevo.

Cuando la luz se apagó, el niño estaba allí, temblando y confundido. Cheo, con compasión en lugar de miedo, se acercó y ayudó al niño a levantarse. «Todos tenemos monstruos dentro», dijo Cheo, «pero también tenemos la fuerza para vencerlos».

Desde aquel día, Cheo se convirtió en un héroe en su pueblo. La historia de su valentía y bondad se extendió, y ya nadie dudó de que llegaría lejos. Carrera, orgulloso de su joven amigo, sabía que Cheo había aprendido la lección más importante: el verdadero coraje es enfrentar nuestros miedos y ayudar a otros a hacer lo mismo.

Conclusión:
Y así, Cheo se convirtió en un explorador, no solo de lugares, sino también de corazones. Aprendió que las aventuras más grandes son aquellas que enfrentamos dentro de nosotros y que ayudar a otros es el tesoro más valioso que podemos encontrar.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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