Cuentos de Valores

La Frutera de la Señora Pera

Lectura para 6 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez en un hermoso huerto, donde el sol brillaba y los pájaros cantaban, una frutera muy especial que pertenecía a la Señora Pera. La Señora Pera era una fruta sabia y cariñosa, siempre dispuesta a ayudar a sus amigos. En su frutera vivían otros tres amigos: la Familia Uvas, Don Naranja y Manzanita. Todos ellos eran felices, compartiendo risas y aventuras todos los días.

La frutera de la Señora Pera estaba llena de frutas frescas y coloridas, cada una con su propio carácter y encanto. La Familia Uvas estaba formada por papá Uva, mamá Uva y sus tres pequeños uvas, todos de diferentes tonos de morado. Eran muy alegres y siempre hacían reír a los demás con sus travesuras. Don Naranja, un naranja grande y brillante, era conocido por su risa contagiosa y su optimismo inquebrantable. Por último, estaba Manzanita, una pequeña manzana roja, llena de energía y curiosidad.

Un día, mientras todos estaban disfrutando del hermoso día soleado, la Señora Pera decidió que era hora de hablar sobre algo importante. “Amigos, tengo que decirles algo. A veces, siento que ustedes hacen mucho ruido. ¡Es difícil para mí concentrarme en mis tareas!” Todos los amigos se miraron, un poco sorprendidos. No querían hacer sentir mal a la Señora Pera, así que decidieron escucharla.

“Sabemos que a veces nos emocionamos demasiado,” dijo papá Uva, “pero es porque somos felices de estar juntos.” La Señora Pera sonrió. “Sí, entiendo que están felices, pero también debemos recordar que hay momentos en los que debemos ser un poco más tranquilos.” La pequeña Manzanita levantó la mano. “¡Podemos hacer un trato! Si tenemos que estar tranquilos en algunos momentos, podemos crear un tiempo para jugar y divertirnos en otros.”

La idea de Manzanita fue bien recibida. “¡Eso suena genial!” dijo Don Naranja, “así todos estaremos contentos. Podemos hacer un horario para saber cuándo jugar y cuándo estar tranquilos.” La Señora Pera asintió con entusiasmo. “Me encanta esa idea, pero debemos asegurarnos de que todos estemos de acuerdo.”

Así que comenzaron a hacer un plan. Decidieron que todos los días tendrían dos horas de juego y dos horas de tranquilidad. En esos momentos de tranquilidad, la Señora Pera podía organizar su frutera, asegurándose de que todas las frutas estuvieran limpias y ordenadas. Durante el tiempo de juego, todos podían reír y jugar juntos.

Un día, durante su tiempo de juego, decidieron hacer una competencia de saltos. La pequeña Manzanita fue la primera en saltar, y todos aplaudieron su energía. Luego, papá Uva dio un salto enorme, seguido por mamá Uva, que hizo un giro en el aire. “¡Increíble!” gritó Don Naranja, “esto es muy divertido.”

Pero mientras estaban saltando y riendo, se dieron cuenta de que, sin querer, habían olvidado el tiempo de tranquilidad. La Señora Pera se acercó y les dijo con una sonrisa: “Chicos, veo que están disfrutando mucho, pero no olviden que también tenemos que ser responsables y recordar el tiempo de calma.”

Los amigos comprendieron que era importante encontrar el equilibrio entre jugar y descansar. Así que decidieron hacer un nuevo juego que incluiría momentos de silencio. Crearon un juego llamado “El juego del silencio”, donde tenían que permanecer en silencio y observar todo a su alrededor. Era asombroso ver cómo las flores se movían con el viento y escuchar a los pájaros cantar.

Con el paso de los días, todos se dieron cuenta de que su frutera era un lugar más armonioso. La Señora Pera pudo organizar su frutera mejor que nunca, y todos estaban contentos con su nuevo horario. Aprendieron que ser responsables no solo hacía feliz a la Señora Pera, sino que también les daba a ellos la oportunidad de disfrutar de la tranquilidad y la diversión al mismo tiempo.

Un día, Don Naranja tuvo una gran idea. “¿Por qué no hacemos una fiesta en la frutera para celebrar nuestra amistad y todo lo que hemos aprendido?” Todos estuvieron de acuerdo y comenzaron a planear la fiesta. La Familia Uvas trajo sus deliciosas uvas, Manzanita hizo una decoración encantadora con flores, y la Señora Pera preparó una tarta de pera.

Cuando llegó el día de la fiesta, la frutera estaba llena de risas, música y un ambiente festivo. Todos sus amigos de la huerta llegaron a celebrar. La fiesta fue un gran éxito, y todos compartieron sus platos, risas y, sobre todo, historias sobre lo que habían aprendido acerca de la importancia del respeto y la tranquilidad.

Al final del día, la Señora Pera se sintió muy agradecida por tener amigos tan maravillosos. “Hoy hemos aprendido algo muy especial,” dijo ella, “que la amistad se trata de cuidar y respetar a los demás, y encontrar un equilibrio entre el juego y el descanso.” Todos aplaudieron y acordaron que desde ese día, seguirían practicando esos valores en su frutera.

Y así, la frutera de la Señora Pera se convirtió en un lugar aún más especial, lleno de risas, amor y respeto. Aprendieron que con la amistad y el cuidado, podían crear un mundo mejor para todos. Desde entonces, cada día en la frutera fue una nueva aventura, donde las frutas no solo jugaban, sino que también compartían valores importantes que las unían aún más. Y vivieron felices, disfrutando de cada día en su frutera, sabiendo que ser buenos amigos es uno de los mejores regalos de la vida.

Fin

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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