Había una vez un pequeño monstruito azul llamado Tristón. Tristón vivía en una alegre ciudad de colores brillantes, donde siempre había música y risas. Aunque era un monstruo muy querido, a veces Tristón se sentía triste y no sabía cómo manejar esa emoción.
Un día, Tristón fue al colegio con una sonrisa en su cara, esperando pasar un día divertido con sus amigos. Pero cuando llegó al patio, sus amigos estaban ocupados jugando a otros juegos y no lo invitaron a unirse. Tristón se sintió muy triste. Se sentó en un banco, con sus grandes ojos redondos llenos de lágrimas, mirando cómo los demás se divertían sin él.
«¿Por qué no quieren jugar conmigo?» pensó Tristón. Sentía un nudo en su garganta y no sabía qué hacer para sentirse mejor. Mientras miraba sus pies, un niño llamado Lucas se acercó y se sentó junto a él.
«Hola, Tristón,» dijo Lucas con una voz suave. «¿Por qué estás tan triste?»
Tristón suspiró y miró a Lucas. «Mis amigos no quieren jugar conmigo hoy. No sé por qué y eso me pone muy triste.»
Lucas lo escuchó con atención y luego dijo: «A veces, todos nos sentimos tristes, Tristón. Está bien sentirse así, pero es importante hablar de nuestros sentimientos. ¿Has intentado decirles a tus amigos cómo te sientes?»
Tristón negó con la cabeza. No estaba seguro de cómo hacerlo. Lucas le sonrió y le dio una idea. «Podemos ir juntos y decirles cómo te sientes. A veces, la gente no se da cuenta de que están hiriendo nuestros sentimientos.»
Con un poco de miedo, pero con la ayuda de Lucas, Tristón se levantó y caminó hacia sus amigos. Tomando una gran bocanada de aire, dijo: «Hola chicos, me siento triste porque no me invitaron a jugar con ustedes. Me gustaría mucho jugar juntos.»
Los amigos de Tristón se detuvieron y lo miraron con sorpresa. No se habían dado cuenta de que Tristón se sentía así. Inmediatamente, uno de ellos, Ana, le sonrió y dijo: «¡Lo siento mucho, Tristón! No queríamos hacerte sentir mal. Ven, juega con nosotros.»
Tristón sonrió tímidamente y se unió al juego. A medida que pasaba el tiempo, se sintió mejor y la tristeza comenzó a desaparecer. Descubrió que hablar sobre sus sentimientos lo hacía sentir menos solo y más comprendido.
Ese día, Tristón aprendió una lección muy importante sobre la tristeza y cómo manejarla. Se dio cuenta de que todos, incluso los monstruos azules, pueden sentirse tristes a veces, y está bien pedir ayuda a los amigos. También entendió que compartir sus sentimientos con los demás puede hacer que la tristeza sea más fácil de manejar.
Al final del día, Tristón y sus amigos se sentaron en un círculo bajo un gran árbol en el patio del colegio. Lucas les propuso un juego de «sentimientos», donde cada uno compartía cómo se sentía y por qué. Todos participaron y se dieron cuenta de que cada uno tenía días buenos y malos, y que lo importante era apoyarse mutuamente.
Tristón se sintió agradecido por sus amigos y por haber aprendido a expresar sus emociones. Esa noche, cuando se fue a dormir, pensó en lo afortunado que era por tener amigos que lo escuchaban y lo entendían.
Desde entonces, Tristón nunca tuvo miedo de hablar sobre sus sentimientos. Siempre recordaba que era importante expresar lo que sentía y que, al hacerlo, podía encontrar soluciones y sentirse mejor. Y así, en la alegre ciudad de colores brillantes, Tristón vivió muchos días felices, sabiendo que, aunque la tristeza a veces lo visitara, siempre podría contar con sus amigos y su capacidad para expresar sus emociones.
Y así, Tristón aprendió que la verdadera fuerza viene de ser honesto consigo mismo y con los demás, y que, con amigos y comunicación, cualquier emoción se puede manejar.
Fin
Cuentos cortos que te pueden gustar
Los Traviesos del Aula
Lina y Leo en el Bosque Mágico
El Legado de la Torre Encantada
Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.