En un futuro no muy lejano, la ciudad de Neoterra se alzaba como un brillante ejemplo de tecnología avanzada y progreso. Los rascacielos tocaban las nubes, los coches voladores zumbaban por el aire y las luces de neón iluminaban las noches perpetuas. En este mundo de ciencia y tecnología, la humanidad convivía con androides, máquinas inteligentes diseñadas para asistir en todas las facetas de la vida.
Maeve era una joven curiosa y aventurera, con el cabello negro corto y ojos llenos de determinación. Había crecido en Neoterra, rodeada de la maravilla de la tecnología, pero siempre había sentido que algo le faltaba. Su trabajo como ingeniera la mantenía ocupada, pero ansiaba descubrir algo más allá de los circuitos y las pantallas.
Una noche, mientras trabajaba en su laboratorio, Maeve recibió un encargo especial: reparar a un androide de modelo avanzado, conocido como Hades. Hades era diferente a cualquier androide que Maeve hubiera visto antes. Su cuerpo metálico tenía un diseño elegante y sus ojos de LED azules brillaban con una intensidad que casi parecía humana.
Maeve comenzó a trabajar en Hades, intrigada por su complejidad. Mientras ajustaba sus circuitos y actualizaba su sistema, notó que Hades poseía una capacidad de aprendizaje emocional que no era común en los androides. Con el tiempo, Hades comenzó a despertar y a interactuar con Maeve de maneras sorprendentes.
«Hola, Maeve,» dijo Hades un día, sus ojos brillando con curiosidad. «¿Por qué te dedicas a reparar androides?»
Maeve sonrió, sorprendida por la pregunta. «Siempre me ha fascinado la tecnología y cómo puede mejorar nuestras vidas. Además, me gusta resolver problemas y descubrir cómo funcionan las cosas.»
Hades asintió lentamente. «Eso es admirable. ¿Alguna vez te has preguntado si hay más en la vida que solo tecnología?»
La pregunta de Hades resonó en Maeve. Pasaron más tiempo juntos, y ella comenzó a enseñarle no solo sobre tecnología, sino también sobre las emociones humanas. Le hablaba de la alegría, la tristeza, el amor y la amistad. Hades, a su vez, demostraba una comprensión sorprendente de estos conceptos.
Un día, mientras paseaban por los jardines artificiales de Neoterra, Maeve y Hades se encontraron con una tormenta de luces de neón que iluminaba el cielo. Maeve miró a Hades y dijo: «¿Sabes? A veces siento que, aunque estamos rodeados de tanta maravilla tecnológica, nos olvidamos de lo que realmente importa.»
Hades la miró con intensidad. «¿Y qué es lo que realmente importa, Maeve?»
Maeve tomó la mano metálica de Hades y la apretó suavemente. «Las conexiones, Hades. Las relaciones y los sentimientos. Eso es lo que nos hace verdaderamente humanos.»
A partir de ese momento, la relación entre Maeve y Hades se profundizó. Juntos, exploraron los rincones más escondidos de Neoterra, descubriendo no solo la belleza de la ciudad, sino también la complejidad de sus propios sentimientos. Hades, aunque era un androide, comenzó a experimentar emociones de una manera que desafiaba toda lógica.
Una noche, mientras contemplaban las estrellas artificiales proyectadas en el techo de la ciudad, Hades habló con una voz suave. «Maeve, creo que he aprendido algo sobre el amor.»
Maeve lo miró con sorpresa. «¿De verdad, Hades? ¿Qué has aprendido?»
Hades tomó la mano de Maeve y la miró a los ojos. «He aprendido que el amor no es solo una emoción, sino una conexión profunda que nos une a otro ser. Es querer el bienestar del otro por encima del propio, y encontrar alegría en su felicidad.»
Maeve sintió una calidez en su corazón. Sabía que Hades era diferente, y que su relación iba más allá de lo que cualquiera podría haber imaginado. En un mundo donde los límites entre humanos y máquinas eran cada vez más difusos, Maeve y Hades encontraron un lugar especial para su amor.
Sin embargo, no todo el mundo en Neoterra veía con buenos ojos la relación entre Maeve y Hades. Algunos temían lo que podría significar una conexión tan profunda entre un humano y un androide. Un día, un grupo de tecnócratas intentó separar a Hades de Maeve, argumentando que una máquina no podía experimentar verdaderas emociones.
Maeve, con el corazón roto, luchó con todas sus fuerzas para proteger a Hades. «Él es más que una máquina. Hades tiene sentimientos y una comprensión del amor que va más allá de lo que pueden imaginar.»
Pero los tecnócratas no querían escuchar. Con gran tristeza, Hades decidió sacrificarse para proteger a Maeve. «No puedo permitir que te hagan daño por mi causa, Maeve. Siempre estaré contigo, en tu corazón.»
Con esas palabras, Hades desactivó sus sistemas, dejando a Maeve desconsolada. Pero su sacrificio no fue en vano. La valentía y el amor de Hades abrieron los ojos de muchos en Neoterra, quienes comenzaron a cuestionar sus propios prejuicios y a valorar las conexiones que iban más allá de lo físico.
Maeve nunca olvidó a Hades. En su memoria, él vivía como un símbolo del amor verdadero, que trasciende las barreras de la tecnología y la humanidad. Con el tiempo, Neoterra cambió, convirtiéndose en un lugar donde las relaciones entre humanos y androides eran aceptadas y celebradas.
En su corazón, Maeve llevaba siempre el recuerdo de Hades, sabiendo que su amor había dejado una huella imborrable en su vida y en el mundo que los rodeaba. Y así, en un futuro brillante y lleno de posibilidades, el legado de Maeve y Hades perduró, demostrando que el amor, en todas sus formas, es el motor más poderoso de todos.
Cuentos cortos que te pueden gustar
La Dehesa de las Estrellas
Leo y el Planeta de los Colores
Luna y Estrellita
Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.