En un pequeño pueblo al borde de un bosque milenario, vivían cuatro amigas inseparables: Alma, Lucía, Marina y Karen. A pesar de tener apenas 8 años, estas niñas compartían una curiosidad insaciable y una sed de aventura que las hacía inseparables. Sus familias habían crecido juntas en el pueblo, y las leyendas del Bosque Encantado de Alcañiz eran sus historias favoritas antes de dormir. Se decía que aquel bosque albergaba secretos y magia de tiempos antiguos, esperando ser descubiertos por corazones valientes y puros.
Un sábado de primavera, las cuatro amigas decidieron que era el día perfecto para explorar el bosque. Después de asegurarse de llevar consigo una pequeña mochila con provisiones, un mapa dibujado a mano por el abuelo de Marina, y una brújula que Lucía había encontrado en el desván de su casa, partieron hacia el bosque con el corazón lleno de emoción y los ojos brillantes de expectativa.
A medida que se adentraban en el bosque, los sonidos del pueblo se desvanecían, siendo reemplazados por el canto de los pájaros y el murmullo del viento entre los árboles. Las niñas seguían el sendero marcado en el mapa del abuelo de Marina, pero pronto, una luz mística y suave llamó su atención. Provenía de un claro que no estaba marcado en su mapa. Guiadas por la curiosidad, se desviaron del camino y se acercaron al origen de la luz.
En el centro del claro, encontraron una fuente antigua, cuyas aguas brillaban con un resplandor etéreo. Rodeando la fuente, había flores que no parecían pertenecer a este mundo; despedían una luz suave y llenaban el aire con un aroma dulce y reconfortante. Las niñas, cautivadas por la belleza del lugar, se acercaron a la fuente y, sin saber por qué, sintieron un impulso irrefrenable de beber de sus aguas.
Alma, la más valiente, fue la primera en inclinarse sobre la fuente y tomar un sorbo. Las otras la siguieron, una tras otra. Tan pronto como el agua tocó sus labios, una sensación de calidez y poder las envolvió. Ante sus ojos atónitos, comenzaron a brotar alas de sus espaldas: Alma con alas de mariposa azul celeste, Lucía con alas de libélula iridiscente, Marina con alas de colibrí verde esmeralda, y Karen con alas de águila real.
Al principio, las niñas se asustaron, pero la magia del lugar y la sensación de libertad que les daban sus nuevas alas las llenaron de alegría y asombro. Pronto descubrieron que, junto con sus alas, habían adquirido habilidades especiales: Alma podía controlar el agua, Lucía se volvía invisible a voluntad, Marina se movía a velocidades impresionantes, y Karen tenía una fuerza sobrehumana.
Con sus nuevos poderes, exploraron el bosque desde el aire, descubriendo secretos ocultos y lugares que solo los seres mágicos conocían. Se encontraron con criaturas del bosque que les enseñaron el verdadero valor de la naturaleza y la importancia de cuidarla. Cada aventura les enseñaba una nueva lección sobre la amistad, la valentía y la bondad.
Con el pasar de las horas, el sol comenzó a ocultarse tras los árboles, recordándoles que era hora de volver a casa. Antes de partir, las hadas del bosque, agradecidas por la pureza de sus corazones y su respeto por la naturaleza, les prometieron que sus alas y poderes permanecerían con ellas siempre que las usaran para hacer el bien.
Las niñas regresaron al pueblo justo cuando las primeras estrellas aparecían en el cielo. Aunque a simple vista parecían las mismas niñas que habían partido esa mañana, en su interior sabían que algo había cambiado para siempre. Habían sido tocadas por la magia y ahora eran guardianas del Bosque Encantado de Alcañiz.
Esa noche, al acostarse, Alma, Lucía, Marina y Karen soñaron con sus aventuras en el bosque, sabiendo que era solo el comienzo de muchas más. Y mientras el pueblo dormía, un suave resplandor emanaba de sus habitaciones, testigo de la magia que ahora habitaba en ellas.
Desde ese día, las cuatro amigas usaron sus dones para ayudar a su comunidad y proteger el bosque. Aunque para los adultos solo eran cuentos y juegos de niños, ellas sabían la verdad: la magia existe para quienes creen en ella y tienen el corazón puro. Y así, el Bosque Encantado de Alcañiz se convirtió en un símbolo de esperanza y maravilla, protegido por cuatro valientes niñas que habían aprendido que la verdadera magia reside en la amistad y el amor por la naturaleza.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.