Cuentos de Hadas

La Princesa Perdida

Lectura para 1 año

Tiempo de lectura: 4 minutos

Español

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Había una vez, en un reino lejano, una hermosa princesa llamada Mía. Tenía el cabello dorado como los rayos del sol y unos ojos azules que reflejaban la profundidad del océano. Su vestido rosa estaba siempre adornado con pequeños destellos que brillaban a la luz del día. Mía vivía en un castillo grande y majestuoso, rodeado de un bosque encantado lleno de árboles mágicos, flores resplandecientes y pequeñas criaturas como mariposas y pájaros que la acompañaban en sus paseos.

Mía era una niña muy especial, pero había algo que la hacía diferente a las demás princesas: estaba perdida. No en el sentido tradicional, pues conocía cada rincón del bosque y del castillo, sino que en su corazón sentía que su verdadera familia estaba en algún otro lugar, esperando ser encontrada. Este sentimiento la había acompañado desde que tenía memoria, y aunque era amada por el rey y la reina que la habían criado, sentía que su destino estaba en otro lugar.

Un día, mientras paseaba por el bosque encantado, Mía encontró un sendero que nunca había visto antes. Era un camino estrecho y cubierto de flores que brillaban con una luz mágica. Sin dudarlo, decidió seguirlo, sintiendo en su corazón que este camino la llevaría a descubrir su verdadero origen. A medida que avanzaba, el bosque se volvía más y más hermoso, lleno de colores y sonidos maravillosos.

Después de caminar durante un buen rato, Mía llegó a un claro en el bosque donde encontró una pequeña cabaña hecha de madera y enredaderas. La cabaña parecía muy antigua, pero a la vez acogedora. En la puerta había una inscripción que decía: «Aquí encontrarás la verdad que buscas». Con el corazón latiendo de emoción, Mía tocó la puerta suavemente.

La puerta se abrió lentamente, y una anciana con una larga cabellera plateada y ojos llenos de sabiduría la recibió. «Hola, querida Mía», dijo la anciana con una voz cálida. «He estado esperando tu llegada. Soy la Guardiana de los Secretos, y tengo algo muy importante que mostrarte». La princesa, sorprendida pero también llena de esperanza, siguió a la anciana al interior de la cabaña.

Dentro, la cabaña estaba llena de libros antiguos, frascos con pociones y cristales brillantes. En el centro de la habitación había un gran espejo dorado. La anciana se acercó al espejo y, con un gesto de su mano, lo activó. La superficie del espejo comenzó a brillar y a mostrar imágenes del pasado.

Mía vio a una joven pareja real con un bebé en brazos. La reina tenía el mismo cabello dorado y los ojos azules que ella, y el rey tenía una mirada amable y amorosa. La anciana explicó: «Ellos son tus verdaderos padres, Mía. Eran los reyes de un reino muy lejano, pero una malvada bruja los maldijo y te arrebató de ellos cuando eras solo un bebé. Fuiste encontrada por el rey y la reina que te criaron, quienes te amaron como si fueras su propia hija. Sin embargo, tu verdadero hogar está más allá de este bosque, en un reino que te necesita».

Con lágrimas en los ojos, Mía comprendió que había encontrado la verdad que tanto buscaba. «¿Cómo puedo encontrar a mis verdaderos padres?» preguntó la princesa. La anciana sonrió y respondió: «Debes seguir tu corazón y confiar en la magia que llevas dentro. El camino no será fácil, pero eres más fuerte de lo que piensas».

Armada con esta nueva determinación, Mía emprendió su viaje más allá del bosque encantado. Mientras avanzaba, se encontró con muchos desafíos y aventuras. En su camino, hizo amigos que la ayudaron a superar obstáculos y enfrentó peligros con valentía. Cada paso la acercaba más a su verdadero hogar.

Una noche, mientras descansaba junto a un lago cristalino, Mía tuvo un sueño en el que la anciana guardiana le daba un mapa mágico. Al despertar, encontró el mapa a su lado. Con gratitud, siguió las indicaciones del mapa, que la guiaron a través de montañas nevadas, desiertos ardientes y valles floridos.

Finalmente, Mía llegó a un castillo resplandeciente, rodeado de un hermoso jardín lleno de flores que nunca había visto antes. En la entrada del castillo, un gran portón se abrió lentamente, y allí estaban sus verdaderos padres, esperándola con los brazos abiertos. La reina, con lágrimas de alegría, corrió hacia Mía y la abrazó fuertemente. «Sabíamos que algún día regresarías», dijo el rey con voz emocionada.

Mía sintió una paz y una felicidad que nunca antes había conocido. Había encontrado a su verdadera familia y su verdadero hogar. Desde ese día, vivió con sus padres en el reino que había estado esperándola, gobernando con sabiduría y amor.

Pero Mía nunca olvidó al rey y la reina que la habían criado. Los visitaba a menudo, agradecida por el amor y el cuidado que le habían brindado. Así, los dos reinos se unieron en una gran amistad, y Mía se convirtió en una princesa querida por todos.

Y así, la princesa perdida encontró su lugar en el mundo, no solo en un reino, sino en el corazón de todos los que la conocieron y la amaron. Y vivieron felices para siempre.

Fin

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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