Cuentos de Fantasía

Jack y el Ogro Millonario

Lectura para 6 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez un niño llamado Jack que vivía con su mamá en una pequeña cabaña al borde del bosque. Eran muy pobres y su única posesión valiosa era una vaca llamada Blanca, que les daba leche todos los días. Un día, la mamá de Jack le dijo con tristeza: “Jack, necesitamos vender a Blanca. No tenemos comida suficiente para sobrevivir”. Jack se sintió muy triste, pero sabía que su mamá tenía razón. Así que decidió ir al mercado a vender a Blanca.

Mientras caminaba hacia el mercado, Jack se encontró con un misterioso anciano. “¡Hola, joven! ¿Qué llevas ahí?” preguntó el anciano, mirando a Blanca con interés. “Voy a venderla en el mercado, señor”, respondió Jack. “Necesitamos dinero para comprar comida”.

El anciano sonrió y dijo: “Te ofrezco cinco habichuelas mágicas a cambio de tu vaca. Estas habichuelas pueden hacer crecer una planta más alta que cualquier árbol. ¡Son muy especiales!” Jack, emocionado por la idea de tener algo tan mágico, aceptó el trato sin pensarlo dos veces. Así que le dio a Blanca al anciano y recibió las habichuelas a cambio.

Cuando llegó a casa, su mamá se enojó al ver lo que había hecho. “¡Jack! ¡Has vendido a Blanca por unas simples habichuelas! ¿Qué haremos ahora?” gritó Mamá, decepcionada. Jack se sintió muy mal, pero decidió que debía demostrarle a su mamá que las habichuelas eran realmente mágicas. Así que las plantó en el jardín y se fue a dormir, esperando ver lo que sucedía al día siguiente.

Al amanecer, Jack se despertó y miró por la ventana. ¡Para su sorpresa, había una enorme planta de habichuelas que se elevaba hasta el cielo! Jack no podía creerlo. “¡Es increíble! ¡Es verdad, son mágicas!” gritó, lleno de emoción. Mamá, al ver la planta, también se sorprendió. “¿De verdad ha crecido tanto en una noche?” preguntó.

Sin pensarlo dos veces, Jack decidió escalar la planta. Así que comenzó a subir, y mientras lo hacía, sentía que su corazón latía con fuerza por la emoción. Subió y subió hasta que finalmente llegó a lo alto, donde encontró un mundo nuevo, lleno de maravillas.

Allí, vio un castillo gigante que parecía hecho de oro. Jack se acercó lentamente, con los ojos muy abiertos. Al entrar, se dio cuenta de que todo dentro del castillo era aún más asombroso: había montones de monedas de oro, joyas brillantes y tesoros por todas partes. Pero justo cuando estaba maravillado por todo lo que veía, un enorme ogro apareció. Era un ogro millonario, con una gran sonrisa en su cara y una corona dorada en la cabeza.

“¡Hola, pequeño!” dijo el ogro con voz profunda y amistosa. “¿Qué haces aquí en mi castillo?” Jack, sintiéndose un poco asustado pero decidido, le explicó cómo había llegado a su castillo a través de la planta de habichuelas. El ogro lo escuchó atentamente y luego le dijo: “¡Vaya, me alegra tener compañía! Pero debes tener cuidado, ya que no todos mis tesoros son seguros”.

Jack estaba fascinado, y a medida que hablaban, comenzó a sentir que el ogro no era tan aterrador como parecía. “¿Puedo ver tus tesoros?” preguntó Jack con curiosidad. El ogro, con una sonrisa, asintió y llevó a Jack a la sala del tesoro. Allí había una enorme pila de oro, pero también había una caja misteriosa en el rincón.

“Esta es la caja de los deseos”, explicó el ogro. “Puedes hacer un deseo, pero ten cuidado. Un deseo puede ser muy poderoso”. Jack pensó en su mamá y en lo que realmente quería. Quería ayudarla y hacerla feliz, así que decidió hacer su deseo.

“Deseo que mi mamá y yo tengamos suficiente comida y que nunca más tengamos que preocuparnos por el dinero”, dijo Jack con toda su fuerza. En ese momento, la caja brilló intensamente, y de repente, un delicioso olor llenó la sala. Una mesa apareció, llena de platos con comida deliciosa, frutas, y pasteles. Jack se quedó boquiabierto.

“¡Esto es increíble!” exclamó. El ogro sonrió, feliz de haber ayudado a Jack. “Recuerda, los deseos pueden ser poderosos, pero siempre es mejor compartir y ser amable”, le dijo el ogro. Jack prometió que siempre recordaría ese consejo.

Pero justo cuando Jack estaba a punto de disfrutar de la comida, el ogro frunció el ceño. “Hay algo más que debo decirte. Hay otros que vienen a robar mis tesoros. Debes tener cuidado y no permitir que se lleven nada. Si lo hacen, yo perderé todo lo que tengo”. Jack se sintió un poco asustado, pero decidió que no dejaría que eso pasara.

De repente, escucharon ruidos fuertes en la puerta del castillo. “¡Esos son los ladrones!” dijo el ogro con preocupación. “¡Debemos proteger mis tesoros!” Sin pensarlo, Jack se armó de valor. “¡Déjame ayudar!” dijo.

Con la ayuda del ogro, Jack ideó un plan. Se escondieron detrás de los montones de oro y esperaron a que los ladrones entraran. Cuando los ladrones llegaron, Jack y el ogro salieron corriendo, gritando: “¡Alto! ¡No pueden llevarse nada de aquí!” Los ladrones se asustaron al ver al ogro gigante y a Jack, y decidieron que era mejor irse.

“¡Eso fue genial!” gritó Jack, sintiéndose valiente. El ogro sonrió, aliviado. “Has sido muy valiente, pequeño. Gracias por proteger mis tesoros”. Jack se sintió orgulloso de haber ayudado, y en ese momento, supo que había hecho un verdadero amigo en el ogro.

Después de la aventura, Jack decidió que era hora de volver a casa. Se despidió del ogro, quien le ofreció algunas monedas de oro como agradecimiento. Jack las aceptó con gratitud y prometió regresar a visitarlo.

Al bajar por la planta de habichuelas, Jack estaba emocionado. Cuando llegó a casa, Mamá lo estaba esperando. “Jack, ¡no puedo creer lo que ha pasado! He estado tan preocupada”, dijo Mamá al ver a su hijo. Jack sonrió y le mostró las monedas y la comida. “¡Mira, mamá! He traído comida para nosotros y algunas monedas para ayudar”.

Mamá se quedó boquiabierta. “¿Cómo lo hiciste, Jack?” preguntó, sorprendida. Jack le contó toda la historia sobre la planta de habichuelas, el ogro y la caja de los deseos. Mamá no podía creer lo que escuchaba. “¡Eres un verdadero héroe, Jack!”.

Desde aquel día, la vida de Jack y su mamá cambió. Nunca más tuvieron que preocuparse por la comida, y siempre recordaron la importancia de compartir y ser amables. Jack seguía visitando al ogro, y juntos vivieron muchas más aventuras.

Y así, Jack aprendió que los deseos pueden hacerse realidad si se usan con sabiduría y que la verdadera riqueza se encuentra en la amistad y la bondad. El ogro, Jack y Mamá se convirtieron en una familia feliz, disfrutando de la vida y de cada nueva aventura que se presentaba en su camino.

Fin.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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